jueves, 27 de diciembre de 2007

Más literatura


Con motivo del 60 aniversario de la fundación de la Maison Dior, la editorial Assouline ha publicado una retrospectiva de la casa francesa en edición de súper lujo. Es un libro enorme, de 400 páginas y con 150 ilustraciones de sus vestidos estrella. Incluye además una guía con las 120 colecciones de alta costura. Todo un detallazo para fashion victims.

Como se acaba el año de conmemoración de la efeméride y aprovechando la publicación de este libro, que sólo he tenido oportunidad de hojear, me gustaría dedicar unas líneas a Christian Dior y a la casa que le ha sobrevivido. Desde el olimpo de la moda, el modisto francés hoy debe aplaudir las creaciones del siempre exuberante, excesivo y teatral John Galliano, así como la línea que sigue la marca, como sinónimo de lujo, de aspiración, de sueño.

Cada vez que oímos New Look, de inmediato nos viene a la cabeza el Tailleur Bar (Traje Bar): chaqueta entalladísima de cintura de avispa, pecho prominente, caderas redondeadas, zapatos de tacón y guantes, que viste una modelo en una calle empedrada de París, en incómoda postura de maniquí: con el cuerpo rígido ligeramente recostado hacia atrás y un pie avanzado. Fue un vestido pensado para ir a tomar el cóctel al bar del Hotel Plaza de Nueva York.

Con el New Look, nombre con el que la entonces directora del Harper´s Bazaar apodó la colección, el modisto recuperaba la silueta modernista (aquella que Chanel quiso erradicar) y parecía que las mujeres, acostumbradas al gris de la guerra (corría el año 1947), estaban encantadas. Se dice que siempre fue un nostálgico de su infancia en el Granville de principios de siglo, que perduró en su memoria como un paraíso.

Aquel hecho le dio fama y, gracias a él, el magnate de la industria textil Marcel Boussac inyectó 50 millones de francos de la época en la creación de la maison Dior. La siguiente revolución del modisto fue la de contribuir al éxito del prèt-â-porter (una manera bonita de decir industrialización de la alta costura). Viajando por Estados Unidos, se percató que los grandes almacenes vendían copias de sus modelos y, ante el desastre que estaban haciendo con ellos y las posibilidades que vio en aquel mercado, optó por venderles él mismo sus patrones.

Otra de sus aportaciones importantísimas fue la diversificación a través de licencias para producir todo tipo de accesorios, asentando así las bases de lo que hoy se conoce como la industria del lujo.

Murió a los 52 años de un ataque al corazón en la localidad italiana de Montecattini, pero la actividad de la maison siguió y lo hizo con un joven prometedor, que hacía un par de años que trabajaba en la casa, y que era ni más ni menos que Yves Saint Laurent. Le tomó el relevo Marc Bohan, que estuvo al frente de Dior durante 29 años y, tras él, el recién fallecido Gianfranco Ferré.

En 1997, coincidiendo con el 50 aniversario, tomó las riendas otro joven con grandes perspectivas: John Galliano, quien ha conseguido modernizar, dinamizar y devolver a la primera plana a Dior. El diseñador gibraltareño sorprende en cada colección no sólo por la fantasía, majestuosidad y teatralidad de sus modelos y su puesta en escena, sino porque es capaz de que todo emane, refleje y respire a Dior.

No hay comentarios: