martes, 9 de septiembre de 2008

080, desangelado

Esta vez, eligieron mal el sitio. La 080 Barcelona Fashion, pasarela + showroom comercial, se celebró la semana pasada en el pabellón 8 de Fira de Barcelona, el mismo que utiliza la Bread & Butter para la estrella del salón: Denim. Claro, acostumbrados a entrar en él arrastrados por una marabunta humana y, una vez dentro, vernos rodeados de stands enormes y repletos de gente, pasillos a rebosar, música ensordecedora, todo-guai-todo-cool, con la Moritz en la mano... y hacerlo ahora, oh! tan vacío. Parecía como si en julio una explosión hubiese devastado el Bread & Butter y hubiese dejado en pie, tímidos y tambaleantes, cuatro stands dispuestos unos por allí, otros por allá, y por ahí al fondo, ups! una pasarela.

Ay ay ay, esta vez que aciertan con las fechas, resbalan con el lugar. Lo que me sorprende es que si la organización es consciente del tamaño del acontecimiento, de su proyección y sus aspiraciones, ¿por qué eligen un mega pabellón del recinto ferial? Se veía tan desangelado. Ésta es una pasarela de jóvenes diseñadores que interesa a prensa, inversores y compradores en busca de ideas nuevas, arriesgadas y vanguardistas. En el universo de la moda de España, este colectivo si llega a representar un 5% del total ya nos podemos dar con un canto en los dientes. Por tanto, quizás lo mejor sería encajarlo en un espacio a su medida para evitar que este 5% no se pierda por los rincones.

Durante el 080 me preguntaron si este 5% bien valía los 1,2 millones de dinero público que el gobierno catalán se gasta en cada edición. Pues sí... y no. No, porque sigo pensando que la cifra es desorbitada para lo que en realidad es. Cierto que la organización fue impecable, que el servicio de prensa fue excelente, que la atención fue buena, el material entregado, sensacional... pero no por ello deja de ser algo pequeño. No se le puede dar la magnitud económica de un Cibeles o una desaparecida Gaudí.

De todos modos, creo que sí bien vale la pena porque este 5% es importantísimo. Son los que deciden what´s next: son las revistas más cool, los coolhunter más cool y las tiendas más cool de las ciudades más cool. Todos ellos tendrían que estar ahí (otra cosa es que estén, clarostá).

En el caso de que estén: Si éstos elevan a la categoría de coolest a uno de los diseñadores de la 080, no sólo impulsan su carrera y ponen en marcha a toda una mini industria a su alrededor, sino que dan fe de la pasarela, la consolidan como plataforma de talento y generan con ello una onda expansiva entre los ambientillos más cool del resto del planeta. Y así, de cool a cool, tiro porque me toca y Barcelona se convierte en lo más del mundo mundial.

¿Y por qué la Generalitat nos quiere tan cool? Porque en un momento en el que son las ideas y no la industria lo que genera riqueza, se precisa urgentemente de éstas. Urge talento para hacer mover la rueda de la economía. Ideas que seduzcan, que otorguen valor a un producto o servicio, por las que el consumidor se emocione y esté dispuesto a pagar un poquito más. Si consiguen convertir Barcelona en un hervidero de ideas, podría ser gran foco de atracción de inversión.

De todos modos, y visto lo visto, al 080 le queda muuuuuuucho camino todavía por recorrer.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Este invierno me quedo con...


. El romanticismo de McQueen
. El deshilachado de Rodarte
. El Custo más vibrante
. La crinolina de Rei Kawakubo
. Los vestido-coraza de Nicolas de Guesquière para Balenciaga
. La delicadeza melancólica de Donna Karan
. La teatralidad oscura y poética de Gareth Pugh
. El mini bolso de bolas de Fendi
. Y el maxi bolso con solapa de madera art decó de Ports 1961
. La silueta de Haider Ackerman
. Las iridiscencias de Prada (mucho mejor que los encajes)
. La blusa construida con piezas metálicas de Cristina Ortiz para Salvatore Ferragamo
. Fiel al menos es más de Calvin Klein
. La caza del zorro, por Carolina Herrera
. El chic très-chic de Ralph Lauren

Y otros diez más:


. Las grapas incorformistas de Viktor&Rolf
. La candidez hippie de Stella McCartney
. Tan excéntrica, tan chic! Es Marc Jacobs para Louis Vuitton
. Alber Elbaz para Lanvin, se supera temporada tras temporada
. El Kenzo más oriental
. La majestuosa sencillez de Lutz
. El male-female de Antonio Marras
. El homenaje de Galliano a Poiret
. Jeremy Scott: si la moda es arte, lo mejor que podría uno hacer es ponerle un marco
. Y la excelencia en paño y piel de Gaultier

Valencia power


En Valencia están que se salen. ¡Qué lejos queda aquella Pasarela del Carmen! Desde que Álex Vidal tomó las riendas del espectáculo y quedó fuera Montesinos, si bien es cierto que la pasarela ha perdido simpatía, también lo es que ha ganado seriedad. Desde la Generalitat Valenciana se pedía rigor (caray! que aquello parecía un encuentro de golfillos... Pero tenía tanto encanto).

Ahora es más serio, sí, pero también cuesta el triple. Se ve que éste es el precio de la seriedad. Y la cifra debe de ser alta, porque ahora viene a inaugurar el mismísimo presidente del gobierno valenciano, Francisco Camps, y la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá. La pasarela de Valencia perdió a Francis, que era lo mejor que por ella desfilaba, y ahora la estrella es Álex Vidal que, como empresario, chapó, pero como diseñador, pues bien... ejem ejem, entre Cavalli y Versace, fiel al horror vacui valenciano.

El gran mérito de Vidal es que, gracias a sus tiendas, muchas marcas de lujo están hoy en Valencia y con ello tiene encantadas a las señoras de la high society local, que ya no tienen que desplazarse a Madrid o a Marbella para ir de compras. Además, tiene el detalle de invitarlas a sus desfiles y sentarlas en primera fila y, claro, ellas tocan allí el cielo del glamour, y eso, amigos míos, no tiene precio.

El objetivo de esta pasarela, que ya va por la quinta edición, es ser la versión levantina de Cibeles. Además de contar con la mayoría de diseñadores de la desaparecida Carmen, ha incorporado jóvenes creadores que despuntaban sin encontrar su lugar y a dos que salieron por la puerta de atrás de Cibeles: Ion Fiz y Anke Schlöder. Sus estrellas de cartel son Álex Vidal (e hijo), Hannibal Laguna y Dolores Cortés.

El resultado es una pasarela irregular, en la que las cuatro ideas interesantes que hay pasan casi desapercibidas porque el público, los aplausos y la prensa se lo llevan este trío de artistas: un empresario con excelentes contactos; un diseñador de boda y fiesta, y otra de bañadores, ambos habituales de Cibeles que, si bien allí, tienen una actuación más bien discreta, en casa son los reyes de la revista.

Oh! Olvidaba la noticia de esta edición: ¡el retorno de Esther Cañadas! La decisión de volver es valiente, porque ella sabe que, en esto de ser modelo, los años restan a la que los sumas. Pero quien tuvo retuvo y, allí, entre las jovenzuelas valencianas de piernecilla temblorosa, pasaba ella a paso firme y seguro, mirada al frente en busca del objetivo, y poniendo sobre la mesa todas las cartas de una buena modelo. No en vano ha sido uno de los figurines españoles más internacionales.

viernes, 29 de agosto de 2008

Toros, flamenco y olé!

Abandonamos la redacción a finales de julio con dos noticias de ay-por-dios!, pero que pasaron bastante inadvertidas y que son ejemplo de que éste es un país de mantilla y pandereta. La primera de ellas es la del traje que va hacer Armani para el torero Cayetano Rivera Ordoñez. Si tal gesta se le hubiera ocurrido a un diseñador español se le hubiera puesto de vuelta y media por caspa, poco moderno y menos transgresor, pero claro, como es Armani... Veremos qué se le ocurre al italiano.

La otra noticia fue la apertura de la primera tienda de complementos de moda y otros cachivaches de nuestra Lolita Flores. Cierto que está en el parque-temático-mega-outlet de Las Rozas, pero ahí está ella con sus lunares y sus flamencas.

Hay que ver lo que son las cosas. Análisis de la situación: el prêt-à-porter está que no está, las marcas de moda española no acaban de levantar cabeza (a excepción de cuatro) y los diseñadores no llegan a las tiendas... pero si hay dos segmentos dentro de la moda de este país que van viento en popa son la moda flamenca y las novias. No es de extrañar que Armani, que se mete en el negociete más inverosímil (con sorprendente éxito, eso sí), le de por los toros; y que exista un inversor interesado en esto de la moda que, en vez de apostar por algún diseñador (ya sea consolidado, emergente o independiente), lo haga por Lolita.

Vuelta al cole

En agosto, mientras leía novelas de espías debajo de un pino, han pasado otras muchas cosas en este mundillo del trapo que conviene relatar para no perder el hilo. Las ordeno según las considero de mayor a menor importancia.

1. Inditex ya es el principal grupo de distribución de moda del mundo tras superar a Gap en volumen de negocio. En el primer trimestre del año, el primero facturó 2.220 millones de euros y el segundo, 2.170. El tercero es H&M, con 2.100 millones. Lo más curioso es que el grupo español, a pesar de ser el number one, no acaba de levantar cabeza en la bolsa, donde los inversores siguen castigándole por haber incrementando sus ingresos sólo un 9%. Vayapordios!

2. Las tiendas no venden una camiseta. Primero fue un invierno que se alargó hasta mayo, después la caída en picado del consumo. En rebajas se ha vendido mucho, pero muy barato, lo que por un lado quita stocks, pero debilita los márgenes. Para los que vamos a comprar, ésto es genial, pero para tiendas y marcas, es llover sobre mojado.

3. El 080 Barcelona Fashion sufre un revés de última hora: Estrella Archs se cae del programa. Ni desfile ni conferencia. Pues vaya... Bueno, todavía nos queda Lutz y la exposición de Míriam Ocáriz.

4. Mango confía otra colección a Pe y Mónica Cruz ¡y ya van tres! Uffff... ¿Quién lo compra? Empieza a ser cansino.

5. La fashion week de Nueva York depara sorpresas: súper fiesta de 40 aniversario de Calvin Klein y primera colección de prêt-à-porter de Victoria Beckam tras el éxito de sus jeans (sí sí, arrugamos la nariz y fruncimos el ceño, pero bien que vende por las tiendas posh de Barcelona-Madrid-Puerto Banús sus tejanos a 500 euros).

6. Tienda pop up de Nike (de quita-y-pon) en Barcelona. Para lanzar su nueva colección sportswear, se le ha ocurrido abrir ocho tiendas en ocho ciudades europeas sólo del 1 de agosto al 31 de octubre. La de Barcelona, la única en España, se llama 1992 (en recuerdo a sus JJ.OO.) y está en la calle del Call, en el barrio gótico.

7. Ah! Y Valentino! Que se descolgó ayer por la Mostra de Venezia, en la première del documental sobre su vida y obra que ha realizado el periodista Matt Tyrnauer. El film se llama Valentino: The Last Emperor y el título no podía ser más acertado. Con su melenita híper enlacada y su tostado-tostadísimo permanente, saludaba ayer en lo alto de alfombra roja, ante los leones alados dorados, con la mano alzada, como perdonándonos a todas la vida por vestir tejanos y zapatillas.

miércoles, 23 de julio de 2008

Copy & Paste


Hace unos años, el FAD (Fomento de las Artes Decorativas) montó en Barcelona una exposición que reflexionaba sobre la cuestión de los parecidos razonables. Se llamaba Cocos y trataba de sacar algo en claro de todo el embrollo lingüístico-conceptual alrededor de piratería-copia-inspiración-casualidad con ejemplos muy ilustrativos tomados de diferentes ámbitos, desde la moda a la decoración, la ilustración, la publicidad, etc. No entraba en cuestiones morales, ni demonizaba ni ensalzaba, simplemente mostraba cómo todos vivimos en el mismo mundo y consumimos similares sensaciones, imágenes, frases sueltas... que acabamos haciendo nuestras, digerimos y volvemos a soltar. Vendría a ser la transformación de la materia, pero en este caso, la gris.

En fin, todo esto viene por el rifirrafe de estos días entre Custo Barcelona y Desigual. Estaba Custodio Dalmau en Miami haciendo desfilar su colección de bañadores y se descuelga amenazando con denunciar a Desigual, al que acusa de copia reiterada, no sólo de sus productos (entendemos prendas) sino también de la marca en sí. Hay que tener valor, paciencia y recursos para emprender tal empresa, aunque venga recomendada por el bufete de abogados Cuatrecasas, la-creme-de-la-creme de Barcelona, y esté repleto de optimismo tras una reciente victoria contra la piratería en China.

Como estas acusaciones no se sueltan así como así ni de hoy para mañana, entendemos que Custo tiene material suficiente para emprenderla contra Desigual y hace pensar en que el chico de Lleida debió de ir dando toques a la cadena de No es lo mismo hasta hartarse. Del modo como acostumbra a presentarse Custo, ex-campeón de gimnasia aficionado al kitesurf, calzado siempre con jeans desgastados y camisa puesta así de cualquier manera, que aparece al final del desfile alzando la mano como diciendo “Ei, quedamos ahora para unas cañas!”, pues no lo veo como un tiburón de los negocios, a pesar de que esto del business es el business.

Pero por otra parte, también me parece raro que Desigual copie a Custo. La marca del buen rollito, la que llama a la gente a acudir desnuda a su tienda en el Paseo de Gracia de Barcelona para vestirla gratis de arriba abajo, pues tampoco me da la impresión que precise de los diseños de Custo. Además, Desigual cuenta con José Castro como director creativo, el mismo José Castro que desfila en París y que acaba de ser nombrado miembro de la Federación Francesa de la Costura, donde están los the-very-best. Tampoco es que vayan faltos de ideas, talento y creatividad. ¿Necesita Desigual copiar a Custo?

¿Y qué es lo que se entiende por copia? Acusar a alguien de esto es meterse en un jardín. En China, Custo lo tuvo más fácil. Primero, porque ahora los chinos han dado un giro de 180º a su estrategia económica, quieren dejar de ser la fábrica low cost del mundo y sobre todo dejar de ser el paraíso de las copias y las falsificaciones. Así que el gobierno se ha puesto duro con estas prácticas ilegales. Y segundo, porque los chinos que lo pirateaban tenían el detalle, no sólo de calcar los modelos y las ilustraciones, sino también de acompañarlos con el nombre de la marca. Más claro el agua.

A ver qué sucede con Desigual, porque es dificilísimo demostrar la copia. La frontera entre inspiración y copia es tan difusa... Ambas son marcas dadas al colorín y a los estampados hipnotizantes, de si-no-me-ves-es-que-estás-ciego, tomados del movimiento op art. Últimamente, como la tendencia dicta gamas de grises y tonos oscuros y permite sólo algún color vibrante en monocromía, pues ambas han bajado la intensidad en sus diseños... Custo incluso se ha sofisticado, con construcciones más complejas, en base a texturas y efectos de superficie, lo que dificulta muchísimo la copia.

En fin, ambas viven en el mismo mundo, trabajan con las mismas tendencias y tienen un mensaje de vive-la-vida muy similar. Uf! Es normal que salgan cosas parecidas. Se tendrá ahora que decidir si copia equivale a calco o inspiración y determinar los límites del parecido sospechoso. En definitiva: buscar las siete diferencias y discernir sobre la intencionalidad en el parecido.

Me sorprendió la acusación de Custo. Es seria y grave. Lo más habitual cuando suceden estas cosas (cuando las casas de lujo francesas e italianas se tiran de los pelos cada vez que Zara cambia el escaparate) es no hacer demasiado caso. De hecho, sólo se emprenden acciones legales cuando la copia alcanza el grado de piratería y hay alguien que vende un modelo parecido con el nombre original. La moda pronta, véase Zara, H&M o Desigual, que en el siglo XXI se presenta en versión compleja y avanzada, tiene una rotación constante y mientras aquél que sospecha una presunta copia llama al abogado, tramita la denuncia y espera a que se admita a trámite, quién sabe dónde anda ya aquella pieza que parecía idéntica.

martes, 22 de julio de 2008

Fashion weeks made in Spain


La semana pasada, Generalitat de Catalunya primero, gobierno de la Comunidad de Madrid después, presentaron sus proyectos de promoción de la moda catalana, por un lado, y española, por el otro, así como sus intenciones de poner en el mapa mundial del glamour los nombres de Barcelona y Madrid como destinos turísticos de vanguardia, tendencias y demás. Todo esto tiene unos nombres participantes, los de los diseñadores, y unos costes considerables, la mayor parte de los cuales los cubren las arcas públicas, tan generosas siempre en estas cuestiones de los intangibles y el aura mágica que los rodea.

El gobierno catalán insiste en su 080 Barcelona Fashion, que llega a la tercera edición si contamos aquella convocatoria cero cuyo proyecto quedó en agua de borrajas por cuestiones, como no, de politiqueo y el clásico te-ajunto-no-te-ajunto. Pero en fin, olvidemos el pasado y vamos a lo que vamos: convertir Barcelona en el epicentro europeo del talento en diseño de moda. Aquí se habla de diseñadores independientes y emergentes, de aquellos que bastante trabajo tienen en asomar la cabecita en este mundillo de locos que es la moda.

Esta edición, que se celebrará del 3 al 5 de septiembre en el pabellón 8 de Fira de Barcelona, pone a desfilar a 15 diseñadores y presenta en showroom a todos ellos y 15 más. El plato fuerte de esta pasarela de nombres desconocidos para la mayor parte de los mortales es Estrella Archs, también desconocida, no nos engañemos, pero avalada, al menos, por su trabajo como directora creativa en Cacharel. También se traen un trío de extranjeros, uno de los cuales todavía está pendiente del resultado de un premio, que vienen a dar el apunte internacional para disimular un poco la barretina y que no se note tanto que esto lo organiza ERC, que es la que está detrás del departamento de Universidad y Empresa, que es el que maneja este cotarro.

Todo esto cuesta 1,5 millones de euros (que incluyen también la expo de Miriam Ocáriz en el Palacio Dalmasses sobre su proceso creativo y alguna charla que otra), de los cuales las 2/3 partes salen del bolsillo de los contribuyentes catalanes.

Mientras tanto en Madrid quieren poner en órbita de una vez por todas Cibeles, que si no se dan prisa se queda como pasarela regional de tercera, visto como suben las de Sao Paulo, Berlín o Shanghai. Si se quiere estar en primera división hay que apostar con fuerza, no se valen inversiones de media tinta con las que no tenemos ni para echar la primera mano. Aquí no vale ir de farol.

Entonces convocan una rueda de prensa híper institucional, en la que el aire se palpa, se corta y casi puede hincársele el diente, para presentar una cosa seria de verdad: chachán chachán... la nueva Cibeles Madrid Fashion Week. Toma ya. La bandera de la moda española, una vez fuera de juego Barcelona al desaparecer la pasarela Gaudí, la ondea con orgullo Madrid.

Los planes para septiembre, del 15 al 19, pasan por montar dos pasarelas en el pabellón 14 del recinto ferial de Ifema, una que se llama Cibeles y otra Neptuno. De fuente a fuente y tiro porque me toca. En una, según el criterio serio, riguroso y sopesado de los representantes institucionales de la organización, los clásicos básicos (véase Devota&Lomba, Victorio&Lucchino y demás) y, en la otra, lo raro y modernillo (Miriam Ocáriz, Ágatha, Duyos o Arzuaga). La versión oficial sobre la distribución es que cada uno eligió donde desfilar, pero lo cierto es que Cibeles concentra el núcleo duro de la Asociación de Creadores, que son los que reciben las subvenciones públicas, parten, reparten y se quedan con la mejor parte. Pero ya veremos que tal va la fórmula...

La principal novedad es que se suman a la nueva pasarela aquellos desarrapaos de El Ego, la iniciativa que puso en marcha Ifema con dinero de la Comunidad de Madrid para los jóvenes creadores y con la que la capital respondía al auge de Circuit en Barcelona. Ahora los de El Ego abandonan la Sala Alcalá, que les había acogido desde sus inicios, se marchan a la feria y se incorporan al programa de la fashion week, donde estarán el último día, el viernes, simultaneándose entre Cibeles y Neptuno.

Dejando a un lado que siguen los de siempre, algunos de los cuales la prensa pide la cabeza porque ni aportan nada ni venden una falda, y que por el camino perdimos a Anke Schloder, estos cambios han servido para abrir las las puertas a muchos diseñadores para entrar en esta pasarela hasta hace muy poco cerrada a cal y a canto. Claro que también se ha aumentado el presupuesto (hay más bocas que alimentar, cierto es). En total: 3 millones de eurazos, 2/3 partes de los cuales (algo más si no sale un patrocinador de última hora) los pone el gobierno de Esperanza Aguirre.

Las anécdotas de las ruedas de prensa

En la del 080 Barcelona Fashion apareció en solitario Emili Valdero, el secretario de Comercio y Turismo, órgano que depende de manera directa del departemento de Universidad y Empresa, que es el que suelta la mosca. En Cataluña, en cuestiones de moda, es Valdero el que corta el bacalao. Citados todos en el pabellón Mies van der Rohe, para recordarnos lo que en su día fue Barcelona como referente de vanguardia cuando en aquel 1929 organizó la Expo, el escenario parecía el de Dónde estás corazón, pero con treinta periodistas más.

Lo acribillamos a preguntas, pero sin duda, las más buenas fueron las de dos periodistas franceses que trataban de descifrar el porqué de todo el percal. Su desconocimiento de la causa, de las aspiraciones políticas que hay detrás de esta pasarela y de las rencillas Barcelona-Madrid, provocaron las siguientes preguntas: “Si la industria de la moda en España está en Galicia, ¿por qué se realiza esta pasarela en Cataluña?” A la que siguió: “Para que despierte mayor interés entre la prensa internacional, ¿por qué no se invita a un diseñador conocido en el extranjero, como Adolfo Domínguez?” Uf! Vaya dos golpes bajos.

En Madrid, los cargos políticos asentados en Ifema no fueron tan ingenuos. En primer lugar, salieron al ruedo cuatro políticos: dos de Ifema, una de la Comunidad de Madrid y otro del Ayuntamiento (el PP en todo su esplendor), acompañados de Cuca Solana (la directora de Cibeles, desde que Cibeles existe) y Modesto Lomba, el presidente de los Creadores (aquellos que parten y reparten). Ante tanta solemnidad, los periodistas quedamos acojonados, parecía aquello un acto político, como si nos fueran a presentar el plan de conquista del espacio exterior.

Sólo unas cuantas preguntas, a media voz. La guinda: “¿Es cierto que se paga a algunos diseñadores de Cibeles por desfilar?” Modesto: “Bien... ¿No subvencionó también el gobierno francés a Yves Saint Laurent?” (Ejem, entre nosotros Modesto: casi que no es lo mismo...) Y la periodista insiste: “¿Podríamos saber cuánto?” Modesto con voz temblorosa: “Pues no sabría decirle exactamente... Claro que si le interesa, me da su e-mail y se lo envío” ¡Te lo damos todos! ¿Cómo puede ser que no sepa lo que le va a pagar la Comunidad de Madrid para realizar el muestrario? Si lo ingresa dos veces al año... religiosamente...

Y tanta fashion week, ¿para qué sirve?

La de Barcelona se enmarca en la estrategia del conseller Josep Huguet, el que está al frente del departamento de Universidad y Empresa de la Generalitat de Cataluña, que consiste en fomentar el talento como inversión para una industria de futuro asentada sobre el valor añadido. Una estrategia que desarrolla tanto en moda, industria histórica en Cataluña, como en otros ámbitos económicos.

En moda en concreto, la 080 Barcelona Fashion está dentro de un proyecto mucho más amplio que se llama Plan de Dinamización de la Moda Catalana, uno de cuyos objetivos es fomentar la creatividad y el diseño en una industria textil y de la confección que no puede competir con Asia. Para ello, trata de acercar el talento a las empresas que operan en este sector a través de iniciativas como el Bressol (cuna en castellano), una incubadora que da a los diseñadores recién graduados las pautas para desarrollar su propia empresa, o Physic, una sociedad público-privada que pone en contacto diseñadores con proveedores. Además, apoya a las empresas ya consolidadas en su labor de internacionalización, tanto de promoción en ferias y desfiles en el extranjero, como de aterrizaje en otros mercados, con la apertura de tiendas.

La pasarela vendría a ser el acontecimiento más visible de todo este plan. Y de paso, poner el nombre de Barcelona al lado de valores como diseño, vanguardia, creatividad, talento, etc etc. De hecho, la ciudad del design lo es en todo menos en moda.

También éste es uno de los principales objetivos de Madrid, que sigue peleando por no perder el tren de la innovación y la creatividad, de resaca todavía tras la Movida. Cibeles sólo es ambiciosa en este sentido, pero no en el de fomentar la industria de la moda en el país. ¿Alguien puede decirme dónde venden Larrainzar y compañía? Un-dos-tres-responda-otra-vez: En su tienda... tic tac tic tac. ¿En el El Corte Inglés...? Otra pregunta: ¿Ágatha Ruiz de la Prada vende algo más que estuches, toallas y ropita de bebé? Pregunte a su vecino si conoce a Devota&Lomba. Además de Ana Botella, la mujer del ex presidente del gobierno José María Aznar, ¿compra alguien algo de Roberto Torretta?

En definitiva y resumiendo que esto se alarga: ¿A alguien le interesa la moda española? (No se vale decir Zara... ni Adolfo Domínguez).

jueves, 3 de julio de 2008

De Woodstock al Bread & Butter

Ha vuelto. El salón más guarreras cool vuelve a la ciudad. Al entrar en el Bread & Butter uno tiene la sensación de entrar en el FIB o en cualquier otro festival rocanrrolero de verano que se estilan en España. Nada más llegar, me han pedido el DNI (bien, esto me ha transportado a mi adolescencia en la puerta de una discoteca). Más adelante me han colocado una pulserita, que me acompañará a la ducha y a la cama los próximos días.

Una vez dentro, bermudas, camisas por fuera, zapatillas deportivas y sombrerito; vestiditos playeros y chanclas; tejanos rotos y t-shirts deshilachadas y desgastadas; shorts y chalecos. Ah! Y las gafas de sol! Resistir el calor sofocante, húmedo y pegajoso de Barcelona es duro. Llegados al Luna Park, un stand enoooooooorme de Wrangler da la bienvenida con la música a toda castaña. De tejanos no hay ninguno, pero sí han habilitado una barra larguíiiiiisima donde calmar la sed. De todos modos, Moritz tiene un stand donde no niega a ningún náufrago una cervecita bien fresquita.

Este año no hay piscina. Según la organización, por problemas de espacio. Hay menos expositores, pero los que hay piden más metros cuadrados para montar su historia. Lo que sí hay es arena, pero no es lo mismo.... Y a la hora de comer, ¿qué tal un pollo asado? ¿O mejor aún: una paella? Lo mejor, las mesas, que recuerdan a las de las áreas de descanso de las autopistas o las del cámping. Para los que tienen más recursos, y mejor paladar, los del Bread & Butter han traído un súper chef alemán que se dedica al sushi. G-Star nos invitó a una barbacoa.

De hecho, la inauguración de esta edición lo dice todo acerca de este ambiente festivalero que trato de narrar. Eso sí, festivalero pijo, que las bermudas de las que he hablado antes no son precisamente del Pull & Bear. Pues bien, sobre el escenario, The Hives, que sonaron de maravilla y, para darles la bienvenida, explosiones, luces y demás. El público, unos 2.000 invitados, todos ellos del mundillo fashion, estuvo totalmente entregado, como si estuviese viendo a los Rolling Stones. Ni desfiles, ni modelos, ni tortas. Esto es el Bread & Butter, esto es la moda urbana.

Por la noche más, of course, pero más rollo Ibiza. La gente se peina, se zurce el tejano, se coloca la camisa por dentro y se va de fiesta. Las chicas cambian el vestido playero y los shorts por otros, que vienen a ser lo mismo, pero con Swarovski. Todo para ver a Colcci, J.Lo, Custo o Puma.

En definitiva, en el Bread & Butter, se está o no está. Todavía hay muchos que no entienden esta feria y algunos que no creen en ella. Aquí se trata de pasarlo bien y conocer gente, que es lo mismo a lo que se aspira cuando uno se va de summerfestival, eso sí, con la diferencia de que está todo el mundo fashion y puede resultar que, hablando con el uno y hablando con el otro, uno consiga un contacto que más adelante se materialice en una colaboración y después en un nosequé y de una cosa saltamos a otra, se coincide con nosequién que propone algo... y así hasta que se quiera hacer durar.

Se vende imagen, nada más. Pero es el valor que la gente le de a esa imagen lo que les moverá más tarde a comprar y a gastar. No nos engañemos, el rollo puede ser muy tirao, pero el business es el business. Casi 900 marcas de primera línea y más de 90.000 visitantes no pueden estar tan equivocados.

Retrospectivas de lo que fue...

El prêt-à-porter está muerto. Plas! Así de contundente, para que se entere el que vive en la parra y vaya tomando conciencia aquel que no se quiera enterar. Ya son muchas las marcas y los diseñadores que trabajan a partir de otras fórmulas (más comerciales, vacuas o conceptuales) para sobrevivir en tiempos de incertidumbre. Pero en aguas revueltas, pesca quien menos se lo espera; en momentos de crisis (o de cambios, según se vea), son tantos los retos como las oportunidades.

Unas cuantas exposiciones confirman que ya podemos ir enterrando el cadáver del prêt-à-porter. Esto no implica que desaparezca de nuestras vidas. La alta costura hace tiempo que la pasean dos veces al año cuál virgen del Rocío, sólo para cuatro devotos con la cartera llena y amantes de las piezas místicas y museísticas. Pero sí implica que estamos en una nueva era de la industrialización de la costura, en la que se puso fin a las dos temporadas, en la que el precio es orientativo-subjetivo y no real, en que prima el imaginario de la marca antes que la calidad o el diseño, en que es más importante tener una buena red de tiendas que un buen creativo, que da igual dónde produzcas, etc.

En fin, todo esto coincide con el anuncio de la retirada de Valentino, al que estos días el Museo de las Artes Decorativas de París le dedica una retrospectiva. Valentino Garavani, nacido en un pueblecito al sur de Milán, fue un enamorado de París, donde estudió, hizo sus pinitos por los ateliers de Jean Dessès y Guy Laroche, y presentó sus colecciones de alta costura y, más tarde, de prêt-à-porter, en el mismo momento en que la moda italiana adquiría gran proyección internacional y Milán se erigía como nuevo epicentro mundial de la moda. París le debía a Valentino un gesto de agradecimiento.

Si tenemos que recordar a Valentino por algo será como exponente de la elegancia y la gracia atemporal. Él no fue, ni pretendió nunca serlo, un innovador. Su objetivo fue embellecer a la mujer, haciéndola sentir una reina etrusca, una princesa de cuento o una diosa romana, siempre eso sí, buscando el equilibrio entre la exuberancia, la sobriedad y la sencillez, y cediendo el protagonismo al tejido, a su fluidez o rigidez, su textura y su ligereza. Supo solucionar la ecuación de romanticismo, modernidad y clasicismo.

En los 60, con el boom de la moda italiana, aterrizó en Hollywood, donde vistió a las divas de la época: Elisabeth Taylor, Rita Hayworth o Audrey Hepburn. Su éxito en Estados Unidos llegó a la cúspide con Jaqueline Kennedy, a quien vistió de novia en su boda con Aristóteles Onasis y, a raíz de este vestido, desarrolló una colección sólo en blanco, que lo encumbró como símbolo del lujo moderno.

El adiós de Valentino (tras vender el grupo, con Hugo Boss en cartera, a la inversora británica Permira y dejarlo todo atado y bien atado para la jubilación) y su retrospectiva parisina ha coincidido con la muerte de Yves Saint Laurent hace un mes. Hacía tiempo que el diseñador francés estaba alejado de las pasarelas y, mucho tiempo más desde que dejara su línea de prêt-à-porter para dedicarse sólo a la alta costura, como buen nostálgico de una época que sabe que no volverá. Estos días el Museo del Traje de Madrid le dedica un pequeño homenaje en el vestíbulo para recordar quién fue y qué hizo.

También en el Museo del Traje (ahora que debe poner toda la carne en el asador porque le cierran las puertas por una cuestión más política que científica, pero esto es harina de otro costal) este verano puede verse una retrospectiva de Edward Steichen, quien durante 15 años, entre 1923 y 1937, fuera jefe de fotografía de la editorial Condé Nast y llevara a los más famosos modistos de la época a las portadas de Vogue y Vanity Fair, además de dedicarse a inmortalizar los rostros de Coco Chanel, Fred Astaire, Gary Cooper o Greta Garbo, entre muchos otros.

La exposición de Steichen invita a recuperar pedazos de una época, de un lujo y de unos símbolos irrepetibles, donde el glamour era el resultado de belleza, elegancia y carácter y no la suma de pedigree, morbo y drogas duras de las pititas chipirifláuticas hijasde que hoy pululan por ahí con cara de zombie con resaca. Sin duda, era otro estilo.

A otro fotógrafo que estos días se le dedica una retrospectiva es a Richard Avedon en el Jeu de Paume de París. Es la primera que se realiza de este artista estadounidense capaz de inmortalizar un vestido de Christian Dior entre dos elefantes y de hacerlo con una clase, profundidad y estilo imposible de narrar. También fue el único en mostrar la Marilyn Monroe más humana.

Su gran aportación a la fotografía de moda de las revistas, en este caso Vogue, fue brindarle naturalidad, no sólo dando movimiento a la modelo sino además ambientando su puesta en escena. De este modo, la ropa adquiría cuerpo y función y multiplicaba su significado, al mismo tiempo que la acercaba a la lectora con muchos más elementos para construir historias y relatos con los que motivar su imaginación. Precisamente Edward Steichen fue un referente de un joven Avedon que hojeaba las páginas de las revistas de moda que encontraba por su casa.

Otros que están de retrospectiva, aunque menos pretenciosa, son los Viktor & Rolf, quienes repasan sus 15 años de trayectoria en la galería Barbican de Londres. Este tándem holandés que forman Viktor Horsting y Rolf Snoren es actual y es joven y, además, está abriendo camino, entonces ¿por qué una retrospectiva? ¿Y por qué encajarlos en este artículo de rememberwhen? Porque en su discurso reivindicativo se esfuerzan en denunciar la vacuidad del negocio de la moda de hoy.

A Viktor & Rolf les molesta sobremanera observar cómo su trabajo es sometido a los vaivenes tormentosos de una industria voraz porque su punto de partida es ante todo artístico. Para ellos, la ropa no es sino un medio sobre el que expresar sus inquietudes, ven la moda como un arte que debe trascender a lo efímero. La suya es una relación de amor-odio con la industria y con todo el sistema que rige la moda, en especial con los medios de comunicación y su star system.

Uno de los puntos fuertes de esta exposición es una casa de muñecas, con pequeñas recreaciones de sus trajes. El montaje consiste en recrear aquellas casitas que se hacían por allá el siglo XIX y que casas como Chanel o Balenciaga utilizaron para promocionar la moda después de la Segunda Guerra Mundial. En el fondo de cada una de las habitaciones, una pantalla gigante proyecta el vídeo del desfile con las prendas originales. Una mirada poética y nostálgica, pero también una crítica hacia el mundo de la moda actual, del todo irreal.

Por último, un apunte nacional. Hace unos tres años, en Madrid y Barcelona pudo verse una retrospectiva de Pertegaz, a quien el vestido de novia de Letizia Ortiz le puso de nuevo en órbita. Él continúa hoy todavía vistiendo a sus señoras de la aristocracia y la alta burguesía, alejado del mundo terrenal y con pocas pretensiones en el negocio.

El año pasado, fue el turno de Roberto Verino, quien trata de impulsar un modelo de negocio que encaje diseño, industria y márketing, parecido al de las marcas italianas, pero salvando las distancias, claro. Y dentro de poco tendremos la de Elio Berhanyer. Toda una institución a descubrir.

lunes, 2 de junio de 2008

Au revoir, Yves


El anuncio de la muerte de Yves Saint Laurent confieso que me ha conmocionado. Es cierto que se sabía que padecía una dura enfermedad y que siempre, a lo largo de toda su vida, su salud fue frágil y quebradiza. Pero también es cierto que a la muerte, nunca la esperas.

Su socio y amante, Pierre Bergé fue el que anunció anoche el fallecimiento del modisto a causa de un tumor cerebral. Estaban con él, el mismo Bergé y su amiga y musa Betty Catroux. La actriz Catherine Deneuve llegó diez minutos después. Esta tarde se ha anunciado que el funeral se celebrará el jueves a las tres y media de la tarde en la iglesia Saint Roch, en la Rue Saint Honoré. Después su cuerpo será incinerado y sus cenizas permanecerán en el jardín Majorelle, en Marrakech.

Desde su primera colección en solitario, cuando apenas contaba 24 años, terminaba el servicio militar y no reanudaba su labor en la maison Dior, su nombre fue encumbrado por la prensa que ya lo situó en el Olimpo de los grandes, junto a Coco Chanel, Cristóbal Balenciaga y Christian Dior. Sin duda, aquel joven francés de origen argelino que llegó a París con 17 años y descubrió el mismo Dior un año después, tendría que dar mucho que hablar.

Sólo queda agradecerle todo lo que hizo, empezando por la línea Trapecio (todavía dentro de la maison Dior) y acabando por el smokin femenino, sello de la casa. Por el camino, el traje pantalón femenino, el vestido de musolina transparente y la chaqueta safari. Fue el primero en subir el tejano a la pasarela y en dar categoría de costura la ropa de la calle. También abrió la brecha de la tendencia étnica con sus creaciones de inspiración africana, marroquí o china, que alcanzaron su cota máxima con la que le inspiraron los ballets rusos, toda una explosión de fantasía.

También fue pionero en el prêt-à-porter de lujo. De hecho, de la apertura de su primera tienda Rive Gauche en 1966, los periódicos de la época se hicieron eco de la locura que desató: sus puertas permanecieron abiertas hasta medianoche por la afluencia de clientas que no querían irse sin uno de sus trajes que había puesto a la venta por 60 dólares (¡de la época!).

Decía ayer Pierre Bergé al dar a conocer la muerte del modisto que “Chanel dio libertad a las mujeres. Yves Saint Laurent les dio poder. Abandonó el territorio de la estética para penetrar en lo social”. Fue a raíz de las manifestaciones estudiantiles del 68 que crea el traje chaqueta con pantalón, intuyendo un giro en la liberación de la mujer de acento feminista. Aquel mismo año, cuando la minifalda causa furor entre la población, él lanza un largo por debajo de la rodilla, un tope que desde el New Look de Dior no se había vuelto a rebasar. Más tarde embellecería el cuerpo de la mujer envolviéndolo del efecto nebuloso de la muselina para asistir a la revolución sexual de la mujer.

Pero no sólo siguió de cerca los cambios en la manera de pensar, sentir y vivir de la mujer. En 1971 puso los pelos de punta a la sociedad francesa al posar completamente desnudo para el anuncio de su fragancia masculina. ¿Por qué no? Una imagen que más tarde utilizaría Tom Ford, con el que ¡ay! no se llevaba muy bien...

Sus épocas doradas fueron los sesenta y los setenta. En los ochenta vino su primer gran reconocimiento, una retrospectiva en el Metropolitan de Nueva York coincidiendo con el 25 aniversario de su trayectoria. Era el primer modisto vivo al que se le dedicaba una exposición de estas características. También fue la década de control de la empresa, tras una fuertísima expansión en los 70, no sólo en el lanzamiento de nuevas líneas (fragancias, colección de hombre, textil hogar), sino también en la apertura de más de un centenar de tiendas.

Y en los 90 vinieron los problemas por el control. Fue la primera empresa de moda francesa en cotizar en bolsa. A finales de la década, la marca YSL se vendió al grupo Gucci, recién relanzado por el tándem Dominico De Sole-Tom Ford. El modisto francés, ya con una salud delicada, cede el relevo a un joven Alber Elbaz que apunta maneras, quien tras tres temporadas se verá relegado del cargo por un ambicioso Tom Ford, que toma las riendas de la colección de prêt-à-porter. Las disputas por el control de la casa se suceden, hasta el punto que ni Saint Laurent ni Tom Ford esconden su enemistad.

Al final, Bergé-Saint Laurent se quedan con la alta costura; De Sole-Ford, con el negocio de las fragancias y el prêt-à-porter. La incomunicación es tal que bajo las siglas YSL se presentan cada temporada dos líneas completamente distintas. Será hasta 2002, cuando el diseñador francés anuncia su última colección de alta costura.

Desde los 90, se volcó en la Fundación Pierre Bergé-Yves Saint Laurent, ubicada en la sede de la que fuera su maison, en el barrio de Saint Germain. Sus fondos, no sólo dan pie a una exposición permanente, sino que sirven para la gestión de otras muestran que dan vueltas por el planeta. Ejemplo de ello es la que hasta finales de abril recaló en A Coruña y que establecía el vínculo entre el modisto y el arte, del que era gran aficionado. Entre sus pasiones, además de los grandes artistas, se cuenta la ópera, el teatro y la danza, para los que diseñó vestuarios, así como la literatura y, en su mesita de noche, el indispensable En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.

El Rey de la Moda, en cinco minutos

Para neófitos en el tema, un repaso rápido a porqué Yves Saint Laurent merece la atención que se le está dedicando. Nació el 1 de agosto de 1936 en Orán (Argelia), en el seno de una familia acomodada. Ya de niño, apuntaba maneras y jugaba con sus hermanas a recortar vestidos para las muñecas. A los 12 años organizó su primer desfile en el que sus mismas hermanas hacían el papel de clientas. Se educó en el Liceo de Orán y a los 17 años ganó el primer premio de un concurso de diseño con el dibujo de un vestido negro de cóctel.

Quiso estudiar arte en París, donde aterrizó con apenas 17 y entabló amistad con el entonces editor de la edición francesa de Vogue, quien le publicó sus ilustraciones y, más tarde, le animó a presentarse al concurso de diseño en el que tropezaría con Christian Dior, uno de los miembros del jurado. El maestro olisqueó el talento y no lo dejó escapar. Con 18 años, Yves Saint Laurent se convertía en el asistente de Dior. En 1957, con la muerte del maestro, le sucedería y tomaría las riendas de la dirección creativa de la maison. Sus primeras colecciones generaron tal éxito que la prensa no dudó en afirmar que era el sucesor natural de Christian Dior.

Pero empezó a desarrollar su propia visión de la moda, a perfilar su propio estilo, que se alejaba del espíritu Dior. Fue entonces cuando el ejército francés lo llamó a filas para cumplir con el servicio militar y en su puesto lo substituyó el diseñador inglés Marc Bohan, quien hacía unos años había recalado en la maison como número dos. Bohan conseguía encauzar de nuevo el estilo del maestro, que con las últimas colecciones de Saint Laurent había quedado algo diluido, y la casa decidía otorgarle la dirección creativa.

El paso de Saint Laurent por el ejército no le fue provechosa en ninguno de los sentidos. A los pocos meses, fue ingresado en el hospital militar. Es entonces cuando se estrecha su relación con Pierre Bergé, un amigo de la infancia que viene a París para ser artista, pero que se acaba convirtiendo en un destacado marchante de arte y en un importante hombre de negocios.

Tras licenciarse, puso un pleito contra la casa Dior, donde Bohan había ocupado su puesta. Lo ganó y la maison se vio obligada a indemnizarle. Con este dinero empezó el imperio YSL. En 1962 presentó su primera colección, con la que arrasó. En 1963 introdujo el arte abstracto a la moda; en 1966, el pop; visitó a la mujer de smoking y convirtió al pantalón en prenda femenina de fiesta; revolucionó con la blusa transparente; lanzó los bucaneros y las bermudas; en los 70, el blazer y la espalda descubierta; introdujo la estética oriental y folk.

En 1966 lanzaba además su primera línea de prêt-à-porter, al margen de la costura. Más tarde impulsó las licencias y entró en el negocio de la perfumería y la cosmética. En 1970 lanzó su primera colección masculina. Por aquellos años, se decía que YSL facturaba más que Renault. Sin embargo, en 1971 su colección Estilo 40 recibió tales desaprobaciones que decidió cerrar por un par de años. Volvió a las pasarelas en 1974 con vestidos estilo Segundo Imperio, que le valieron el calificativo de Rey de la Moda por parte de la revista Time.

Ya en los 80, llegaron las retrospectivas. A la de Nueva York, le siguió la del Museo de Bellas Artes de Pekín y la del Museo de las Artes Decorativas de París. En 1986, Yves Saint Laurent empleaba a más de 10.000 personas en 200 países y facturaba 3.000 millones de francos al año. Era también la única empresa de moda francesa que cotizaba en bolsa. En 1993, la casa anunciaba su fusión con la empresa pública Sanofi (filial de la petrolera Elf).

En 1994, LVMH, que ya se había hecho con otras siete grandes casas de moda y perfumería francesas, adquirió por 5.000 millones de francos (910 millones de dólares) la marca YSL. Un año después, Gucci compraba el grupo Sanofi Beuté, propietario de YSL, por 1.000 millones de dólares.

El 11 de septiembre de 1996, Yves Saint Laurent anunció su retirada de la pasarela de prêt-à-porter de París y su dedicación a la alta costura. La versión oficial fue su frágil salud; los rumores acusaban a la tensa relación con la dirección de Gucci. El 7 de enero de 2002, anunció su retirada definitiva de las pasarelas.

martes, 20 de mayo de 2008

La ética de la moda


La marca de íntimo masculino que lleva el nombre del tenista Björn Borg ha llenado las puertas de la Casa Blanca de calzoncillos usados en un acto de denuncia por su gestión política. Para dejar constancia de ello, su gabinete de prensa en España, Sogues Comunicación, ha enviado a los periodistas del país un comunicado que lo relata con esta imagen, en la que se ve, además de una montaña de ropa, las cajas con el logotipo de la marca sueca.

En la nota de prensa se explica que esta acción responde a una campaña que la empresa puso en marcha en octubre a través de su página web. Pidió a sus consumidores la ropa interior usada y les preguntó qué podrían hacer con ella. Björn Borg (la marca, no el tenista) recibió 19.139 calzoncillos usados de todo el mundo con diversas peticiones acerca de su destino. De todas las solicitudes, la que recibió más apoyo fue la que proponía enviarlos al presidente de los Estados Unidos, George Bush.

Después de esta acción de marketing protesta, la marca sueca continúa recibiendo calzoncillos usados y preguntando a sus consumidores qué se les ocurre que podrían hacer con ellos. Cuando reúnan una nueva montaña de 20.000 calzoncillos, los enviarán de nuevo a cualquier otro punto del planeta en protesta a vete a saber qué.

Parece una iniciativa enrollada, contestataria y divertida. Pero, ¿cuál es su fin? ¿El marketing tiene ética? ¿Las empresas tienen ideología? Hace un par de semanas, me preguntaron hasta qué punto era importante la responsabilidad y la ética en las empresas, en referencia a este debate tan en boga sobre la responsabilidad social corporativa (RSC), todo lo que implica ser respetuoso con el medio, los derechos laborales, etc. ¿Basta con colaborar con una ONG o realizar un acto protesta como el de Björn Borg?

Tanto si es una moda como si no, lo cierto es que hoy las marcas deben cumplir con todos los estándares medioambientales y laborales para no defraudar al consumidor. Una cosa es que uno ponga en la lavadora una prenda y se le encoja o le destiña; otra es enterarse que la marca contamina ríos en China o tiene a trabajadores en régimen de semi esclavitud. Cada vez que a una marca se le acusa de ésto (sea cierto o no) sus ventas caen en picado. Ejemplos como los de Nike, Gap o H&M dan muestras de ello.

Por tanto, la RSC es estructural, debe ser inherente a la marca, a su gestión, producción y distribución, del mismo modo que lo es el diseño y la calidad. Cualquier otra fórmula es puro maquillaje. La pregunta es: ¿Es ético ostentar de la ética?

La empresa tiene un único e indiscutible objetivo que es vender, cada vez más y más caro. Entonces, ¿es ético que utilice acciones de protesta o solidaridad para potenciar sus campañas de marketing? ¿Es correcto que canalice una denuncia social o lleve a cabo una misión humanitaria para conseguir incrementar su cuenta de resultados? ¿Y aceptamos que lo comunique a bombo y platillo y se presente como el salvador de las causas perdidas?

En el caso concreto de Björn Borg, se ha utilizado el malestar que provoca la gestión política del presidente estadounidense. En el comunicado de prensa se incluye una declaración del vicepresidente y director de marketing de la marca sueca, Jimmy Johansson, en la que dice: “La elección del receptor de la ropa fue una decisión de los clientes, y ahora nos hemos asegurado completamente que toda la ropa ha sido entregada a George W. Bush”. ¿Buen rollito con los consumidores... o se están lavando las manos ante cualquier responsabilidad?

El caso es que con tal proeza, los calzoncillos suecos dicen mucho más ante las puertas de la Casa Blanca que en una campaña millonaria con modelo o celebridad de turno. No sólo son los del jugador de tenis mítico, sino que además son enrollados y rebeldes. Es el calzoncillo del progre guaperas, al que le gusta cuidarse y que además está por la causa ajena.

Si hay que admirar al capitalismo por algo es por la facilidad con la que se hace suyos los símbolos que lo censuran. El ejemplo más significativo es el del rosto del Che, que hoy es todo un logotipo, tan lucrativo como el de cualquier otra marca. El mismo sistema se encarga así de atender y solventar sus esquinas desatendidas, de remendar los bajos deshilachados. Y nos encontramos cada vez con más empresas que colaboran con ONGs y que nos motivan a comprar con el argumento de que estamos contribuyendo a una causa justa. ¿Es justo vender con las penas de los demás? ¿Es ético hacer de la ética la bandera de una marca comercial?

¿Es ética la moda?

Y puestos a rizar el rizo, pongo sobre la mesa la carta de la ética en la moda. Siguiendo con los calzoncillos Björn Born: por un lado, inundan las puertas de la Casa Blanca de ropa interior usada y dicen NO a la política de George W. Bush; por otro lado, llevan el nombre de un gran deportista y nos hablan de una vida y un cuerpo imposible, cuidado personal y seducción, llamando a las puertas de vanidad y la egolatría. Es decir, el metrosexual resulta que está comprometido con causas sociales. Por un lado: aspiraciones personales. Por otro lado: acciones protesta. ¿Convertimos las protestas en aspiraciones? ¿Forman parte de nuestra vanidad? ¿Y es ésto ético? ¿Contribuimos a un mundo mejor comprándonos unos Björn Borg? ¿Somos más guapos por ello?

De todos modos, el caso de los calzoncillos usados sería anecdótico si lo comparamos con las marcas de moda que producen en talleres que tienen a sus trabajadores en condiciones lamentables y luego visten a estrellas de Hollywood emanando manantiales de glamour y sofisticación. O las que subcontratan la producción a costes irrisorios en países pobres y luego nos piden que compremos ablandándonos el corazón y diciéndonos que colaboran con ONGs para paliar la pobreza en el Tercer Mundo.

Por último, ¿es ético un negocio que nos invita a ser y comportarnos de determinada manera? Recordemos que la moda no vende trapos sino identidades.

viernes, 9 de mayo de 2008

El vestido del súper héroe

Por fin alguien tenía que percatarse de los vínculos cómic-moda, de los vestidos de los súper héroes y de su influencia en las pasarelas. El Metropolitan de Nueva York se ha atrevido con ello en la exposición Superheroes: Fashion and Fantasy, financiada nada más y nada menos que por Giorgio Armani, el mismo que colgó del armario de la mujer ejecutiva de los 80 su look de superwoman.

Además, el fervor del cómic parece haber revivido en la gran pantalla gracias al éxito de taquilla que han cosechado algunas superproducciones. Sin ir más lejos, la pasión que el pasado fin de semana despertó el estreno mundial de Iron Man, ha motivado ya a los estudios Marvel a anunciar su secuela, además de nuevas películas con otros súper héroes en lista de espera: el Capitán América, Los Vengadores y Thor.

El súper héroe que salva al mundo, un personaje con poderes sobrehumanos capaz de hacer frente a cualquier villano que tenga la salvaje idea de destruir o esclavizar a la humanidad, no es de extrañar que naciese en la Segunda Guerra Mundial y se desarrollase en plena Guerra Fría, épocas en las que el mundo se dividió entre buenos y malos. Hoy, que continuamos en las andadas, el súper héroe vive otra época dorada.

Si algo les caracteriza es, en primer lugar, sus súper poderes, y en segundo lugar, su traje. Sin el traje adecuado, el súper héroe no puede salir de su casa y mucho menos salvar la humanidad de una manera digna. Suerte tuvieron que los conociéramos en nuestra infancia y no nos costase aceptar a un tipo con mallas, en ocasiones con capa y otras con antifaz. Casi era más sorprendente que volase o echase telarañas por las muñecas.

En fin, en la vida real, sus trajes no han pasado de moda carnavalera. Aunque no estaría de más observar las caras de pasmo en el metro, la oficina y el menú si mañana una se pasease por ahí de Catwoman, con sus caderas latinas y las gafas de pasta. ¡Peores cosas se ven!

El caso es que en más de una ocasión ha habido un diseñador que ha decidido inspirar su colección de temporada en algún súper héroe. La de los 80 fue una de las etapas en que más estrecharon los lazos ambos mundos, tanto por la oleada transgresora que invadió la década, como por el fervor al body building: la pasión por el gimnasio, el aeróbic y el footing, las ganas de un cuerpo perfecto, moldeado, musculoso... dieron pie a la ropa ajustada, elástica, maleable. En definitiva, lo que acabamos interpretando en mallas de ciclista y t-shirt con hombreras. Ahí es nada. ¡Vaya súper héroes!

La exposición del Met reúne unos 60 estilismos, con vestidos de pasarela, trajes utilizados en películas y prendas deportivas muy técnicas que narran cómo el estilo de los héroes del cómic se ha ido colando en nuestras vidas. Están el traje que Bernhard Wilheim presentó hace un par de años inspirado en Superman, el bustier con manillar y retrovisores de Thierry Mugler, los leggins metálicos articulados de Balenciaga, un traje de Gaultier que imita una segunda piel, etc. A la hora de seleccionar, no se han quedado cortos, porque encontramos otros grandes hits en la materia, de mano de Galliano, McQueen o Pierre Cardin, entre muchos otros.

Sin duda invita a una reflexión interesante sobre el papel de la cultura del súper héroe y su adaptación a nuestra cotidianidad, su proyección en nuestros anhelos e identidades, ya sea desde un punto de vista funcional, estético o irónico. Es además un nuevo paso en el estudio de los vínculos que establece la moda con el arte, la literatura, el cine y la sociedad. Y es que del mismo modo que la moda toma referentes de personajes de libros o películas míticas, ¿por qué no iba a hacerlo con los del cómic?

Mango y el circo


La cadena quiere desmarcarse de competidores como Zara o H&M, subir un peldaño y darse aires de boutique parisiene. Hace ya unas temporadas que no cesa de sorprendernos con sus ideas y proyectos, ya sean sus fichajes estrella, los premios Botón con Valentino y Liz Hurley en el jurado, o sus desfiles con todo el elenco de celebridades locales, véase Mónica Cruz, Kiryl de Bulgaria, Naty Abascal, Marta Sánchez, Carla Royo-Villanova, Olivia de Borbón, Alejandra Prat, Nuria March, Claudia Ortiz Domecq y Manu Tenorio, entre muchos otros que soy incapaz de reconocer.

Para su último desfile escogió el Circo Raluy, un escenario ante todo peculiar, antiguo, de una atmósfera frágil y delicada, que al traspasarla, da la sensación de estar rompiendo cierto halo de magia sostenida. Una sensación que dura apenas tres segundos. ¡Pop! Como una pompa de jabón, tal ensoñación se desvanecía al instante por el griterío de encuentros y la siempre fastidiosa tarea de buscar el asiento correspondiente. Y tal encanto fue ya imposible de recuperar, porque un poco más tarde, empezó el goteo de famosas y famosos, con su cola de fotógrafos, cámaras de televisión y las entusiastas presentadoras micros en mano.

Y luego se apagaron las luces y empezó el desfile. Largo. Larguísimo. ¿Es necesario que sea tan largo? La colección que presentó contenía ciertos diseños muy cuidados, sin desentonar nunca de la tendencia ni arriesgar en exceso. Pero en fin, estamos hablando de Mango, no de Gareth Pugh. Creo que sería necesaria una criba, una selección de los best of the best, porque si no, el desfile se hace pesadísimo. Lo malo de la filosofía todo-lo-que-tengo-traigo es que lo bueno naufraga entre la multitud.

Fin del desfile. Después de cuatro, me sigo preguntando: ¿Cuál es el objetivo de celebrar desfiles? ¿Es notoriedad de marca? ¿Es un evento de relaciones públicas para tener contentos a amigos, colaboradores y prensa? ¿Son ganas de invitar a Naty Abascal?

Y mientras me pierdo en mis divagaciones... otra sorpresa: ¡¡Blondie en concierto!! Su música está en el último anuncio de perfume de Gucci y en la fiesta post-desfile de Mango. Y al oír Call Me! Callmecallme... recuerdo a un joven Richard Gere de gigoló vestido de Armani. Y ajena a los hits de esta estrella rubia que a sus 50 pasados conserva la frescura con la que sedujo en los 80 con su personal mezcla de pop + rebeldía + ironía, toda una multitud que parlotea con la copa de champagne frío en la mano. Por ahí, lo que queda del famoseo que ha sobrevivido al photo-call y que huye de las cámaras como gato que vuelca la olla, y el modelo Jon Kortajarena, atento y simpático con el plantel de admiradoras, parecía que hubiese sacado la caja de Filipinos.

Si es que para tal espectáculo, lo que mejor le iba a Mango era un circo.

Mango busca su lugar en el mundo y va tanteando posibilidades. El problema es la magnitud. Si se es una empresa pequeña, trazar y corregir estrategias es igual de complejo y caro, pero al menos, es más discreto. Para una empresa como Mango, que factura más de mil millones de euros al año, no sólo no pasa desapercibida, sino que es sujeto de estudio y, por supuesto, de crítica.

Mango está arriesgando en una especie de now-or-never. Se ha desprendido del complejo de pyme que parece atacar a todas las empresas de este país para actuar como una auténtica marca internacional de moda. Ficha a celebridades para sus campañas de publicidad y, desde hace unas temporadas, las utiliza para que le diseñen colecciones exclusivas y limitadas; abre tienda en el Soho neoyorkino en un edificio emblemático; realiza desfiles por todo lo grande con su elenco de celebridades locales (al mejor estilo Madrid); y se lanza con un premio de 300.000 euros (50 millones de las antiguas pesetas) apadrinado por Valentino. Por otro lado, lo intenta de nuevo con el hombre con la colección HE by MNG, tras haberlo abandonado a principios de los 90; y se sube al yate con los bañadores de Liz Hurley.

Y es que competiendo con Zara o H&M, Mango necesita ponerse las pilas. Si no puede igualar a sus competidores en cuota de mercado, al menos espera distinguirse de ellos con ciertas dosis de glamour.

domingo, 4 de mayo de 2008

La locura de los bolsos


Nadie entiende qué nos sucede a las mujeres con los bolsos. Por los zapatos puede haber más o menos pasión, por todo lo que implica, de físico y de metafísico, pero lo que ocurre con los bolsos es extraordinario. Nos podríamos comprar uno a la semana. No importa que no combine, que no sea tendencia, que no sea de la temporada, que cueste 300 ó 50 euros, que sea de tela o de piel de cocodrilo, con marca o sin marca, una vulgar copia... si es monísmo, cae.

No hay tienda de marca de lujo que no tenga sus bolsos bien colocaditos en el mismísmo umbral de la puerta. Es su manera de darte la bienvenida. Tampoco hay tienda de ropa que no cuente ya con su sección de bolsos y complementos, por pequeña que sea. Y qué decir de Misako, ¡una locura! Hay incluso quien se pasea por ahí con la bolsa de la tienda ¡¡¿?!! (La que te dan al comprar un bolso…)

La gran distribución empieza a interesarse por este universo que, en ocasiones, es el que salva las cuentas a las grandes firmas de alta costura y prêt-à-porter. Las cadenas españolas tienen ya sus enseñas específicas: encontramos Mango Touch y Adolfo Domínguez Complementos. Y ahora Inditex anuncia el lanzamiento para este verano de Uterqüe, tiendas sólo de bolsos y zapatos. El nombre es feo de narices e impronunciable: U-ter-qüe, pero presiento que va a enloquecernos.

¿Qué sucede con los bolsos? Si hay que enumerar los motivos, racionales o no, que nos impulsa a comprar bolsos, algunos podrían ser: que son claves para acabar de definir el total look; que ponen el broche final; ayudan a destacar si vas sencilla, equilibran si vas de rock star; son ideales para regalar; etc. Necesitamos además uno para cada ocasión: grandes para un día agitado, grandes y elegantes si además el día es de trabajo, modelo cartero si se va con las manos ocupadas, mochila si se viaja en moto, de la compra... pues para la compra, pequeño para salir, pequeño y curioso para citas y bodas, ufff!!! no acabaría nunca. En verano, además, esto se multiplica: el de ir a la playa, el de ir a la piscina, el de salir a tomar algo, el de paseo... ¡Si es que tendrían que desgravar!

Cuando los expertos empiezan a divagar sobre el tema salen todas estas justificaciones y alguna otra de más. La última que me pareció interesante decía que los bolsos vienen a solucionar el problema de las tallas. Y es que la ropa (sobre todo la de marca) tiene ese problema: que no cabe a todas. A menos que nos olvidemos de la industrialización y retomemos la costura y el traje a medida, las tallas serán un problema. Solución: si no puedo comprarme unos pantalones, ¡pues me compro un bolso estupendo!

En las marcas de lujo, la satisfacción es doble: solucionan el problema de las tallas y el del precio. Además, son toda una inversión porque sus bolsos acostumbran a ser auténticos iconos, reconocibles y venerados por los ojos de los demás tanto como un Santo Grial. Son el detalle que marca la diferencia entre los que quieren aparentar. Están por encima de las temporadas, con lo que no acumulan polvo hasta que se les aborrece. Y aunque duela como una puñalada, si la ocasión lo precisa, puede revenderse de segunda mano y recuperar algo de su valor.

Desechar las copias, sobre todo si son demasiado sospechosas. Lo único a lo que contribuyen es a acentuar la vulgaridad (hasta que alguna celebrity las legitime, claro). Ojo! La F de Fendi sólo tiene dos palitos, cuidado con las Gs de Gucci y las LV cruzadas. ¿Vale la pena comprar una falsificación? Porque lo más triste del caso es que una que sea decente puede costar entre 100 y 200 euros, un precio por el que se pueden encontrar otros bolsos de primerísima calidad y buen diseño.

En todo caso, también se ha pensado en las icon addicts con presupuesto limitado. Hay páginas web que alquilan los bolsos estrella de las marcas de lujo por días, semanas y meses. Incluso los llegan a vender de segunda mano a precios de risa. Se puede encontrar tesoros como un Baguette de Fendi o el Buckle Tote de Prada.

La aventura del Birkin

La pasión por los bolsos es tal que hay quien escribe un libro sobre su aventura por conseguir uno de estos iconos. Tiene como título Bringing home a Birkin y lo ha escrito un tal Michael Tonello, dueño de un salón de belleza y adicto a los objetos de moda en Australia (muy lejos para ir a comprobarlo). En él relata que se ha inventado un sistema para saltarse la lista de espera de dos años en Hermès.

El intrépido Tonello se pasó cinco años paseando por las tiendas Hermès de todo el mundo para hacerse con un montón de bolsos Birkin, que primero empezó a distribuir a través de Internet, pero que más tarde empezó a vender (sobre valorados, of course) a clientes privados que no querían esperar los dos años.

martes, 8 de abril de 2008

Pasarelas regionales y otros animales de compañía

Si el otro día ponía en entredicho el futuro del actual modelo de pasarela, cabe preguntarse qué ocurre con las de repercusión regional. Aunque parezca increíble, todo gobierno local o autonómico que se precie debe tener su pasarela de moda. Hay dos cuestiones clave en la política local española: organizar una buena fiesta mayor con orquesta, toros y fuegos artificiales, y tener una pasarela. ¿Por qué? Porque son los dos únicos momentos de la legislatura en que la prensa (local, se entiende) va a hablar en positivo del equipo de gobierno.

Dicen que su objetivo es la promoción de las empresas y del talento del lugar. Y en cierta manera lo consiguen, porque no hay otra cosa que emocione más a un periodista de un medio local que salir de su rutina de información municipal e ir a ver a cuatro chicas monas (en el mejor de los casos, modelos profesionales) en lo alto de una pasarela. Pero la repercusión no cruza las fronteras locales, ni si quiera trayendo a editores de revistas especializadas de tirada nacional convenciéndoles de presidir un jurado de cualquier premio que se saquen de la manga.

Son pasarelas que se celebran fuera del calendario comercial (del periodo en el que boutiques y otros distribuidores compran colecciones, que se alarga de enero y febrero para las de otoño-invierno y de julio a septiembre para las de primavera-verano). Muchas veces, sólo convocan una edición al año, sencillamente porque el tema no da para más. Es el caso de Gran Canaria, que su fuerte es el baño; o de Pasarela Abierta de Murcia, cuyo fin es lanzar diseñadores emergentes; o la de Moda Adlib de Ibiza, de rollo hippy.

Cuentan con presupuestos modestos y se financian con dinero público, que invierten en traer a alguna modelo habitual de Cibeles y en alguna que otra celebridad local que de algo de caché al asunto. Y si el pueblo-ciudad o comunidad en cuestión tiene diseñador célebre, se le convence para ser cabeza de cartel de un programa de marcas medias de prêt-à-porter y otros creadores locales. Hay quien incluso va más allá y organiza exposiciones, charlas y mesas redondas.

Y poca broma con el asunto. La última edición de la pasarela de Castilla y León, que se celebra desde hace unos años en Burgos, contó con más de cuarenta marcas y diseñadores, liderados por la estrella burgalesa Amaya Arzuaga y unos amigos que se trajo de Madrid: Ana Locking y Juanjo Oliva. Y qué decir de la de Valencia, que ha pasado de ser la Pasarela del Carmen a convertirse en toda una semana de la moda con un programa de tres días (aunque sin Francis, ya no es lo mismo).

El fin último, que no se engañe nadie, es más turístico que otra cosa. Si por el camino resulta que consiguen descubrir algún talento del lugar, pues bienvenido sea. Pero aquí el asunto es tener la pasarela más grande y con más glamour, por la que concejalas, empresarias y esposas desfilen con sus mejores galas. Del mismo modo que cada pueblo quiere presumir de mejor fiesta mayor, la pasarela tiene que ser bien lucida. Todo se viste con una selección de los mejores productos de la tierra, vino D.O., y fin de fiesta con orquesta/ dj y barra libre.

Todo es positivo y buen rollo: se potencia la imagen del lugar; si hay suerte, sale algún diseñador o marca local; aquellos que siempre se quejan que no tienen dónde desfilar, ya tienen su sitio en el mundo; se luce el equipo de gobierno; los periodistas están contentos... ¿qué más se puede pedir? Los problemas surgen cuando vienen elecciones y hay cambios en cabildos, juntas, generalitats y demás. Entonces hay nuevos proyectos, nuevos amigos y conocidos...

El caso es que todo esto está muy bien, pero son proyectos poco ambiciosos con resultados bastante discretos y financiados desde las arcas públicas. En Francia, por ejemplo, se organiza de aquí unos días uno de los acontecimientos de moda con más repercusión internacional fuera de temporada: es el festival de moda y fotografía de Hyères, un concurso para jóvenes talentos en el que en su día fueron descubiertos Viktor & Rolf, Sébastien Meunier, Gaspard Yurkievich o Wendy & Jim, entre otros. Van por la edición número 23.

Así que a finales de abril, coincidirán en esta localidad de la Riviera francesa diseñadores, estilistas, agentes, galeristas y todo aquel que esté involucrado o interesado en este negociete. En un ambiente relajado, fuera del estrés diario, de la urbe, la contaminación, las citas, los taxis y el teléfono, se genera un clima único para hacer contactos y conocer a aquel, al otro y al de más allá. Es turismo, es ocio, es moda, es experimentación... y !business¡. Podríamos ir tomando nota.

miércoles, 2 de abril de 2008

Los sucesores

Son varios los periodistas y expertos que comparan a los diseñadores de moda de hoy como los príncipes de antaño. Trazan un paralelismos entre la aristocracia francesa del siglo XVIII y esta corte que pulula por la industria del lujo y la moda y que abarca desde el máximo directivo hasta la más discreta de las dependientas. En estos reinos y principados, la figura central es el diseñador. Sin él, estos castillos de arena y humo quedan en nada, se esfuman.

Es lógico, ¿cómo va a atreverse nadie a pisar, reinterpretar o reinventar, el aura de los grandes createurs, cuyas vidas hemos acabado mitificando y adorando? Okei, aceptamos a Karl Lagarfeld para seguir la estela de Coco Gabrielle Chanel, a John Galliano para la Christian Dior y a Nicolas Ghesquière para la de Cristóbal Balenciga. Casi hemos asumido a Stefano Pilati tras Yves Saint Laurent y a Alber Elbaz para Jean Lanvin. Pero, ¿qué ocurre con todos los demás?

Una de las casas que hoy tiene problemas para encontrar sucesor al trono es Gianfranco Ferré. El diseñador italiano fallecía en junio y justo finalizar el verano ya tenían hombre de repuesto: el sueco Lars Nielsson, quien ya había hecho sus pinitos por los ateliers de Ralph Lauren, Bill Blass, Christian Lacroix o John Galliano. Abandonó entonces su puesto al frente de Nina Ricci, donde esta temporada debutó Olivier Theyskens, quien se acababa de quedar sin trabajo tras echar el cierre la casa Rochas, a la que consiguió sacar del ostracismo.

Pero a Nielsson las cosas no le fueron muy bien por Milán. Debió de ser difícil para un sueco, llegado así de repente, casi desconocido, ponerse al frente de un equipo que en su día trabajó para Ferré (¡para el maestro!), que aprendió de él y que lo sabía todo de él. Duró menos de una temporada. Presentó su colección en febrero y se marchó por la puerta de atrás.

Ahora, la casa italiana anuncia el fichaje de los diseñadores de 6267, una marca que bien podría pasar por el número pin del móvil o el número secreto de la tarjeta de crédito. En fin, detrás de estos cuatro dígitos están Tommaso Aquilano y Roberto Rimondi, a los que se considera ya los exponentes de la nueva generación de diseñadores italianos. Les deseamos mejor suerte que a su colega sueco, aunque este dueto juega con doble ventaja. Por un lado, son italianos (príncipe sueco en corte italiana era difícil de encajar); y por otro lado, vienen avalados por tres temporadas en la semana de la moda de Milán con éxito de crítica (su aura empieza a entreverse y esto da autoridad). Veremos el estreno en septiembre.

Su fichaje para Gianfranco Ferré repercute en otra casa, la de Malo, para la que hasta ahora trabajaban y que no ha tardado ni un día en anunciar sustituto. Será Antonio dell´Aqua.

El problema de Ferré no es único. Éste ha sido un año movidito para la real corte del lujo y la costura. Valentino anunció su despedida y precisaba de sucesores. Se nombró a Alessandra Facchinetti, quien además ya contaba con cierta experiencia en líneas sucesorias al suplantar a Tom Ford en Gucci.

Loewe, nuestra única marca de lujo en la moda, que desde hace años se encuentra en plena búsqueda de sí misma, también cambiaba de diseñador: al español Jose Enrique Oña Selfa por el británico Stuart Vevers, que por entonces estaba en Mulberry. Apenas un año bastó a la dirección de la histórica casa española, hoy propiedad del grupo LVMH, para percatarse que necesitaban otro enfoque creativo. Vevers se estrenó esta última semana de la moda de París con una minicolección, es decir, con las cuatro piezas que tuvo tiempo de pensar y confeccionar. Eso sí, en ellas ya se percibió cierto aire refrescante de modernidad, que a Loewe ya le convenía.

Más cambios. En Salvatore Ferragamo se estrenaba también este febrero la española Cristina Ortiz, en substitución de Graeme Black, un diseñador escocés con larga trayectoria por marcas y ateliers. Ortiz, con experiencia en Max Mara, Prada, Brioni y Lanvin, aterrizaba en la casa florentina (que por cierto, acaba de celebrar su 80 aniversario en Shanghai), con el reto de aupar de una vez por todas su colección de prêt-à-porter.

Hubo también el nombre de una española que subió a los titulares de la prensa. La joven Estrella Archs, quien también tuvo su debut puntual por la pasarela de París en septiembre del año pasado, veía sus ilusiones truncadas, antes incluso de tomar asiento, en Cacharel, cuya dirección artística acababa de abandonar Clements Ribeiro (Suzanne Clements + Ignacio Ribeiro). Su paso por la casa fue más fugaz que el de Nielsson por Ferré. La casa francesa había anunciado ya su nombre, pero a última hora se decantó por otro dueto, en este caso el de Eley Kishimoto, formado por Mark Eley y Wakako Kishimoto.

Uf! Parece difícil encontrar joven sucesor, preparado y con capacidad, pero no lo suficientemente conocido y alabado, no fuese a hacer sombra al genio fundador. En todo caso, que su creatividad emane y alcance las más altas cotas desde dentro, con la humildad de rendir tributo colección tras colección al rey muerto. Por muy vanguardista, rompedora, rebelde y transgresora que nos parezca la moda, sus buques insignia, las grandes marcas, los top of the tops, son de lo más conservador que hay. Tanto como lo era la aristocracia del siglo XVIII.

lunes, 31 de marzo de 2008

¿Para qué sirven las pasarelas?


Nada más arrancar la semana de la moda de Milán hubo mal rollo. Los diseñadores de Dolce & Gabbana, Domenico Dolce y Stefano Gabbana, los mismos que levantan ampollas entre las feministas españolas con sus anuncios de mujeres robóticas sometidas por cuatro men in black, dicen en una entrevista en el Corriere della Sera que la organización de los desfiles es una “payasada”: “Es un circo sin sentido, donde se sacrifica a los diseñadores importantes, los jóvenes no crecen y basta pagar para poder desfilar”.

Quizá ellos no sean los más indicados para quejarse, porque nos tienen ya algo hartitos con su italian luxury y de desfiles de tres cuartos de hora, uno para su colección D&G y otro para Dolce & Gabbana. Pero sí es cierto que, si sale de su boca, la queja tiene una repercusión mediática muchísimo mayor que si fuera una ocurrencia de un joven talento milanés. El caso es que tienen razón, sobre todo desde el momento en que hablamos de un negocio más preocupado hoy por sus altibajos en los parqués bursátiles que en la vertiente artística.

Las semanas de París, Milán, Nueva York y Londres cada vez son más extensas, en nombres y en tiempo. Están las súper casas de lujo, los consagrados que viven de rentas, marcas medias que exigen su protagonismo y jóvenes con ganas de comerse el mundo. Es un circo, como bien dicen los Dolce & Gabbana, porque es un mundo de cuatro, en el que el pescado está ya todo vendido antes de empezar, en el que la publicidad pesa más en los medios que el buen criterio, porque manda el cash sobre el riesgo y la experimentación, en definitiva... porque ya nadie se lo cree y todos asumen con resignación una dinámica que mueve mucho dinero e implica grandes intereses comerciales.

El desfile viene a ser para el modisto, diseñador o marca el trailer de lo que comercializará esa temporada. Sorprender a la prensa es clave para que destaquen el nombre de uno y no el de otro. Los medios no tienen espacio ni minutos suficientes para hablar de todos, lo que les obliga a seleccionar y a poner el acento en lo mejor y, por supuesto, la inversión publicitaria ayuda en cierta manera a despertar el interés periodístico. Es decir que quien pone anuncios, tiene garantizado el minuto televisivo para cerrar el informativo del mediodía o el destacado con foto en la sección de Sociedad. Los análisis con rigor a lo Suzy Menkes sólo se los leen los cuatro del business y los tres fashion freaks.

Estar sobre una de las pasarelas más importantes del mundo es una carta de presentación sin parangón para entrar en los mejores canales de distribución y permitirse el lujo de vender a precios astronómicos. Pero para ser alguien en la moda no es suficiente desfilar en Londres. Ésta es una pieza más de un puzzle mucho más complejo que implica tener también capacidad para servir a las tiendas y contar con un plan de márketing, imagen y comunicación (aunque sea discreto). En definitiva: ser serio en los negocios.

De ahí que viejas glorias de la pasarela con colecciones excelentes, pero que arrastran las consecuencias de una mala gestión, acaben bajando de ella. De ahí también que jóvenes talentos alabados por la crítica, pero sin ningún tipo de directriz concreta, terminen en agua de borrajas. La moda es creatividad y talento, exige colecciones buenas temporada tras temporada, necesita de sorpresas constantes, de nuevas ilusiones, nuevos retos... Y todo esto no es por puro capricho, sino que es el engranaje de la rueda principal de un negocio que mueve miles de millones de euros al año.

Así, entrar o no en este circo implica, a grandes rasgos, creatividad y la aprobación de la crítica, pero también marca e inversión publicitaria, una gestión correcta y bien orientada, capacidad para llegar a las tiendas y un volumen de negocio que genere beneficio suficiente para continuar rodando. El orden de tales factores no altera el producto. Estamos en una champions y quien no alcance estos mínimos no juega.

¿Hay alternativa al circo? La única que encuentro es saltarse los intermediarios e ir directamente al consumidor, a ver qué opina y qué compra. Y para esto la mejor plataforma es Internet. Más fácil y más barato, imposible. YouTube o MySpace son foros rebosantes de nuevos talentos; y cada vez son más los diseñadores o las marcas emergentes que venden a través de la red y se olvidan de las tiendas. Y en cuanto a las temporadas, ¿qué importan ya? Prima más la imagen y el significado de la marca que si es manga corta para el invierno o botas para el verano.

En definitiva, es paradójico que Dolce & Gabbana pongan de vuelta y media un negocio en el que ellos participan de manera plena, pero su queja es significativa: implica cierto cansancio hacia un modelo que empieza a dar síntomas de abatimiento. Quizás es el momento de buscar alternativas y ¿por qué no hacerlo en el medio más democrático que existe: Internet?

Una plegaria para la moda catalana


ModaFad entregó el dosier de prensa del PasaFad y el MerkaFad en el interior de una estatuita de la virgen de Fátima que hace las veces de pen drive y que, cuando la conectas al ordenador, la ilumina una parpadeante luz roja interior. Ah! Me encanta la ironía de este colectivo de diseñadores que siempre han sido los más beneficiados de las peleas entre Generalitat de Catalunya y pasarelas oficiales. A estas alturas de la película, desaparecida Gaudí, abandonada Passarel·la Barcelona y muerto el proyecto inicial del 080, a la moda catalana sólo queda rezar.

Barcelona ha dejado de competir con Madrid para empezar a hacerlo con el resto de pasarelas regionales que entre marzo y abril toman las principales capitales españolas. Los únicos que han dado algo de dignidad al cartel del 080 Barcelona Fashion han sido Txell Miras y su deconstructivismo belga y la exquisita Teresa Helbig. Y no nos engañemos, en esta edición, no ha destacado de manera especial ni la una ni la otra. La diseñadora de Sabadell, en plena revisión del concepto, optó por un dejà vú, y la barcelonesa, la sorpresa de la primera 080, nos dejó algo fríos. Descubrimos, eso sí, a Martin Lamothe.

El resto de propuestas están bien para una pasarela de emergentes, que no confundir con independientes. Definamos conceptos. Se entiende por emergente el recién graduado o el que presenta su primera colección; independiente es el que ya asoma la cabecita, produce y distribuye; y por último, el consagrado, a quien se conoce y se respeta. El primer proyecto de 080 planteaba una pasarela de independientes, porque para emergentes ya teníamos el PasaFad que, por cierto, acaba de llegar a su edición número 25 con una salud de hierro.

Ahora, con un plantel todavía muy verde y totalmente fuera de fechas, Barcelona deja de codearse con Madrid para hacerlo con A Coruña, donde se ha celebrado Lo + Fashion con 35 diseñadores; con Pasarela Abierta de Murcia; con Burgos, que tuvo un programa de 44 firmas... Pero lo más grave es que para promocionar a 12 diseñadores emergentes, el gobierno catalán desembolsa el 80% de 1,3 millones de euros y tiene la osadía de decir que entrega 60.000 euros más a ModaFad ¡que viene a organizar más o menos lo mismo... y que además tiene al incondicional Cervezas Moritz como patrocinador! Para comprar, Pasarela Abierta cuesta 150.000 euros por temporada.

Por supuesto que la Generalitat catalana ahorra dinero. En cada edición de la fallecida Gaudí invertía algo más de 3,5 millones de euros. Pero si ponemos en una balanza lo que era aquella y lo que es ésta... obtenemos la conclusión Fairy: que aunque costaba un poquito más, la obsoleta Gaudí cundía muchísimo. Aquella tenía la Pasarela Gaudí como tal, con una treintena de diseñadores, la mitad de ellos consagrados, y poder mediático; tenía además el Circuit, de dónde salieron nombres que hoy encontramos en Cibeles; y como no, nuestro PasaFad, con su plantel de emergentes. Completaba además el programa con exposiciones y algún que otro show y fashion party.

Esta 080 tiene doce diseñadores, la mitad de ellos extranjeros, con potencial, pero totalmente desconocidos. Y tiene también un showroom, en el que participan todos estos y cinco más. Y querían montar una exposición de Miriam Ocáriz, pero no les ha salido y la han pospuesto. Esto cuesta 1,3 millones de euros. El colofón: la voluntad de Antonio Miró, el estandarte del diseño de Barcelona, de abandonar la ciudad y asentarse en la semana de la moda masculina de París. El anuncio no fue bien recibido por el gobierno catalán, que le calificó de provinciano por tener más interés por el mercado nacional que internacional. Lo que hay que oír...

En resumen: si esta 080 no se pone las pilas, Barcelona se queda como pasarela de tercera regional. Al menos, en su edición cero tuvimos a Jose Castro, Josep Abril, Miriam Ponsa, Juan Pedro López, incluso a Antonio Miró, que estaba dispuesto a seguir en Barcelona aunque fuese en un Off; vino a darnos una charla el consultor de marcas de lujo Jean Jaques Picard; el Museo Textil y de la Indumentaria organizó una exposición sobre las pasarelas y ¡tuvimos una retrospectiva de Thierry Mugler! Ah! Y un recorrido artístico por Ciutat Vella. Costó dos millones de euros.

Quo vadis Barcelona

De hecho, el gobierno catalán ya se ha percatado de que esta pasarela no tiene nivel ni despierta ningún tipo de interés más allá de la prensa local (ni siquiera nacional) y ya ha propuesto a la organización del resto de acontecimientos fashion que se celebran en Barcelona de unirse para sumar fuerzas. De este modo, y pensando en 2009, igual se esfuerzan un poco más y montan algo más inspirado coincidiendo con el Bread & Butter. Fíjate tú, la misma conclusión a la que llegó la también fallecida Passarel·la Barcelona antes de caer en el ostracismo.

Al final, tal y como ocurrió con la extinción de los dinosaurios, aquí sólo sobrevivirán los seres más pequeños, es decir, el incombustible PasaFad. Este acontecimiento, que a veces se ha celebrado y otras no, que en un principio era una fiesta de fin de curso para que los estudiantes presentasen sus cosas, que vivió su época dorada con el pulso Gaudí-Cibeles y que hoy programa seis desfiles y su pase colectivo, sigue ahí con su carácter underground. A lo largo de su historia, ha dado nombres como Josep Abril, Miriam Ocáriz, Spastor o Ion Fiz.

Pasarán los años, los planes de moda, los políticos y las subvenciones, y allí quedará el PasaFad, igual que ahora. Seguirá proponiendo un tema a estudiantes y neófitos en la materia y entregando sus premios. El desfile empezará mil horas tarde, una espera que su patrocinador, Cervezas Moritz, intentará hacer más soportable. Al día siguiente montará el MerkaFad, el mercadillo más fashion donde compraremos lo más arty que encontremos abrumados todavía por la resaca cervecera. Es curioso, pero el PasaFad es el único que no necesita una virgen de Fátima a la que rezar rosarios.

sábado, 23 de febrero de 2008

De internacionalización y otras excentricidades

Estos días, hablamos de internacionalización. Internaciona... ¿qué?

Vamos, que estamos con el tema de exportar. Resulta que en los últimos 25 años hemos aumentado nuestras exportaciones de moda como jamás lo habríamos imaginado, pero resulta que la cifra, aunque contundente (más de 7.000 millones de euros en 2007) se queda en nada si miramos las importaciones (de más de 13.000 millones de euros, casi el doble).

Cuando viajo, me encanta preguntar a los periodistas extranjeros qué diseñadores o marcas españolas conocen. Me dicen que Zara, por supuesto, Mango y Camper. Los más puestos llegan a citar Custo Barcelona. Y las viejas glorias del periodismo de moda son capaces de nombrarte a Ágatha Ruiz de la Prada y a Antonio Miró. Ésto es lo que somos, nos guste o no. Tenemos tan poco espacio en las editoriales de moda internacionales y en los principales ejes comerciales de las grandes capitales, que en breve nos comen el terreno marcas y diseñadores emergentes turcos, chinos e indios. Y no es una vacilada.

Ahora, dos agrupaciones empresariales (los confeccionistas de Madrid y los del punto de Barcelona) se han puesto de acuerdo con el Icex (que es el órgano del Gobierno que se encarga de gestionar la promoción exterior de las empresas españolas) para impulsar un plan de internacionalización de la moda española hasta 2013. ¡Ya tenemos nuevo plan! El Icex pone siete millones de euros. Éste es más ambicioso que los anteriores porque no trata sólo de financiar la presencia en ferias, sino que quiere realizar en mercados clave acciones de promoción bajo la identidad Moda España y empezar a abrir tiendas.

El plan es ambicioso, sí, lo que no tengo tan claro es que lo sean nuestras empresas. Y menos claro todavía si se viaja bajo el paraguas único de nombre España, que a más de uno parece que le provoca urticaria... y, en concreto, a más de un gobierno autonómico con plan de moda particular que, más que trapos, parece que venda identidad nacional.

Es el caso, sin ir más lejos, del gobierno catalán. Allí son los de Esquerra Republicana (ERC) los encargados de buscar en el mundo un huequecito para los dissenyadors catalans. Este sábado, los diseñadores catalanes, españoles y de todo el planeta cogerán sus bártulos y se presentarán en París, colocándose por los diferentes showrooms de la ciudad y rezando para que les visiten las mejores boutiques del universo.

A tal acontecimiento, desembarcaba por todo lo alto la Generalitat de Catalunya con un repertorio de diseñadores que promocionar bajo las quatre barres. Pero desde que decidieron prescindir de los organizadores de tal desembarque y ser ellos mismos los responsables de todo lo referente en moda, el fuerte catalán (primero en la Galería Nikki Diana en la Place des Vosges en Le Marais, después en La Bastilla) ha quedado en una participación agrupada en el salón Rendez-Vouz, que es el de los emergentes.

El presupuesto de este cambio de planes los da el dario ABC. Resulta que a la Generalitat de Catalunya le cuesta 50.000 euros anular el contrato de alquiler por dos temporadas más que tenía en La Bastilla, el último espacio donde recaló el Showroom Barcelona. Estar en Rendez-Vous, eso sí, le sale a los catalanes algo más económico: sólo 80.000 euros, bastante menos que los 392.000 euros de la última edición.

Una cosa compensa la otra, pero no nos engañemos: no es lo mismo. El objetivo no es ahorrar dinero público. El objetivo es utilizarlo bien. ¿Qué resulta más caro: invertir poco y mal, o mucho y bien? ¿No es mejor gastarnos 200 euros en unos zapatos con los que iríamos a China a pie que 10 en unos con los que no cruzaríamos la calle?

Este cambio ha dejado fuera a tres de sus diseñadores estandarte, que han preferido ir por su cuenta, como hacen los del resto de España. Uno de ellos es Jose Castro, que desfilará por tercera vez consecutiva en la pasarela parisina y lo hará además con todas las garantías: la cita es el viernes 29, el día que abre Chanel y que cierran él mismo y Alexander McQueen ¡en el mismo recinto!, el Palacio Polideportivo de París Bercy. Bien, él lo hará en el párking... pero ¿qué más da? Lo importante es que por ahí pululará lo mejor de la prensa internacional.

Castro, por su parte, cuenta ya con showroom privado en París que, desde que puso un pie en él empezó a vender y, por el momento, ya lo tenemos colocado en los almacenes Harvey Nichols.

Las otras dos son Míriam Ponsa y Mariana Méndez, que consideran que ir a Rendez-Vous es dar un paso atrás en sus trayectorias. Y es cierto, porque ambas cuentan ya con una red de distribución internacional y, sobre todo en el caso de Méndez, que tiene colocados sus bolsos obras-de-ingeniería en algunos de los mejores escaparates del planeta. Además, antes de enrolarse en el ya diluido Showroom Barcelona, estuvo varios años en el Tranoï, el mega showroom que se celebra en La Bolsa de París y que reúne a diseñadores con cierto caché.

Así que estas dos han decidido liarse la manta a la cabeza y montárselo en solitario en una galería en Le Marais. Eso sí, a petición previa de ayudas. Castro, por ejemplo, recibe 60.000 euros de dinero público cada vez que desfila en París.

Las marcas y los diseñadores no precisan de banderas para triunfar en el extranjero porque lo único válido en el mercado es su trabajo; pero sí es cierto que la creatividad es una de las bases, quizás la más sólida, para crear identidad. Nosotros somos Zara, del mismo modo que París es Chanel, Milán es Armani, Londres es Westwood y Nueva York es Calvin Klein.

lunes, 18 de febrero de 2008

Cibeles, limpieza urgente


Por mucho que en los informativos de A3 digan que Cibeles fue la pasarela más importante que se celebró la semana pasada en Europa y se queden tan anchos, lo cierto es que si no airea un poco ese calendario que tiene del año de la polca se queda como lo que es: el principal acontecimiento regional. La prensa internacional, por mucho que nos pese, ha estado estos días en Londres, llegaba de Nueva York y justo partía para Milán. ¿Cuál es la razón por la que deberían haber visitado Madrid?

Los periodistas y estilistas habían visto las colecciones de alta costura de Galliano, Lagarfeld y demás; el invierno de Calvin Klein, Carolina Herrera y, si me apuráis, Custo Barcelona. Mientras rodaba Madrid, estaban con Vivienne Westwood, que regresaba a Londres, y con los jóvenes británicos, que son bestiales. ¿Por qué hacer un hueco en sus apretadísimas agendas y acercarse a Cibeles? ¿Qué descubrirían aquí?

Las arcas públicas (en este caso, las de la Comunidad de Madrid) desembolsan el 85% de un presupuesto de 3,5 millones de euros por las dos ediciones anuales de Cibeles. ¿Para qué? Para promocionar el diseño en la moda española, que no es otra cosa que el motor de la industria, lo que genera el sueño, la ilusión... ¡Ay que ver! Los nombres de estos diseñadores salen en la tele, entusiasman al personal, venden en El Corte Inglés, crean puestos de trabajo y... tralarí tralará. Esto ya no se lo cree nadie. Además de vestir a las cuatro condesas y celebridades locales (que todos se molestan en acomodar en las primeras filas), ¿a quién venden estos modistos españoles? ¿Qué credibilidad tienen?

Lo mejor: las nuevas generaciones. Evidente. ¿Por qué? Porque tienen que demostrar, porque tienen mucho a ganar y poco a perder. Porque arriesgan, experimentan, nos sorprenden, nos ilusionan. Vamos, lo que hacían todo este elenco de consagrados en los 80 y que ahora se permiten el lujo de vivir de las licencias, que es lo mismo que vivir de renta. Hazte un nombre y échate a dormir. Pues eso: los azulejos de Ágatha, el móvil de Victorio & Lucchino y el perfume de Montesinos. El negocio es redondo: basta con ser de ACME y cobrar hasta 90.000 euros por desfilar en Cibeles (45.000 euros por temporada) a invertir en la producción de la colección, porque modelos y montaje corre a cuenta de Ifema.

ACME, además de ser la marca de explosivos con los que el Correcaminos lanzaba por los aires al Coyote, es el acrónimo de la Asociación de Creadores de Moda de España, que preside Modesto Lomba y que reúne a los que en su día fueron los disidentes de Cibeles (hay que ver lo que son las cosas) y que luego acabaron tan contentos en sus filas. Total, que hoy son los que cortan el bacalao y los que deciden quién desfila y por cuánto. Son los que parten, reparten y se quedan con la mejor parte. De ahí que toooodos los que pisan la pasarela madrileña quieran estar en ACME. Ni siquiera funcionó una iniciativa paralela que se sacaron de la manga los últimos en llegar y que tenía por nombre ADÑ, cuyos cabecillas predican hoy en las filas de ACME, que, feliz, constata cómo las aguas vuelven a su cauce, aunque algo preocupada porque son cada vez más bocas que alimentar.

Los de ACME son los primeros en desfilar, los que se llevan el titular (“Fulanito abre Cibeles”) y la atención de las teles (que sólo acuden el primer día). Los otros al final, mezclados además con la cuota autonómica (que no falte la diseñadora de Castilla y León, que no van a ser ellos menos que los demás). Si Cibeles quiere decir algo en el circuito internacional, más le vale mirar hacia estos nuevos nombres, gente con mucho talento y con ganas de despegar.

En fin, que lo que valió la pena fue:

. Ana Locking, la mitad de Locking Shocking demuestra talento suficiente para una carrera en solitario de excepción con una primera colección de tintes futuristas en clave mormón y glamour años 40.
. El Delgado Buil y sus referentes underground, John Waters o Wim Wenders, que las hacen únicas e inimitables.
. Josep Abril, que se estrena en Cibeles con un hombre que equilibra lo clásico y lo moderno, la calidez del sastre con la personalidad de un punto sobredimensionado y la justa pincelada azul eléctrico.
. Míriam Ocáriz, que trata de contener la feminidad en trajes masculinos, que transforma en armazones y corazas, pero que se le escapa en sedas volátiles y estampados burbujeantes.
. El new urbanwear de Carlos Díez.
. Carmen March y su universo de insectos, que traduce en delicadeza, fragilidad y naturalidad, pero también en formas rígidas que reproducen sus corazas.
. El oriente de Lydia Delgado. El rigor y la simplicidad del sastre, junto al erotismo exótico de sedas satinadas, encajes y flecos con sabor a noche de Shanghai.
. Las geometrías imposibles de Amaya Arzuaga, todo un master class en patronaje.
. José Miró y su costura alienígena.
. Lemoniez, de corte perfecto, limpio, femenino, sobrio y comedido, pero sensual, sofisticado, en una explosión de color vibrante de apuntes africanos.
. Luxoir y sus hombres pájaro, lo mejor que ha hecho este tándem valenciano.
. El punto de Sita Murt
. La línea limpia y arquitectónica de Juana Martín, que abandona de manera definitiva el volante gitano para adentrarse en composiciones geométricas inspiradas en Courrèges.
. La nueva elegancia de Juanjo Oliva, a pesar de los momentos Guesquière para Balenciaga.
. La brasileña Gloria Coelho, la primera extranjera que pone un pie en Cibeles, con una colección de línea geométrica pero repleta de movimiento y detalles sorprendentes.

Me aburrió soberanamente:

. Alma Aguilar y sus pretendidas princesitas gipsy.
. Los Ailanto y su ya cansina inspiración Blow Up.
. Antonio Alvarado y sus estilismos reinterpretación del sastre con apuntes fetichista.
. Andrés Sardá, a pesar de su esfuerzo por abrir el mundo de la corsetería y plantear todo un nuevo universo femenino.
. Ángel Schlesser. Él diseña para sus clientas de siempre. Éstas le adoran. Audrie forever y ¡ya está! ¿Para qué rompernos la cabeza?
. Elio Berhanyer, idem de idem. Ahora está liado con el hombre y en que Artesanos Camiseros, que tiene el 80% de la casa, la consiga sacar adelante.
. Devota & Lomba y sus arquitecturas futuristas, que por un lado bien, pero por otro... pse. El tema lleva más de un año sobre las pasarelas internacionales.
. Jesús del Pozo. Trata de innovar y sorprender, pero ah! me quedo con su menos es más de toda la vida.
. Victorio & Lucchino y su lujo barroco andaluz. Mucho terciopelo, visón y seda, pero poco riesgo.
. Juan Duyos. El tema del suprematismo prometía, pero no le sacó mucho jugo, y eso que lo suyo es el patchwork.
. Miguel Palacio: si le quitas los lazos se queda en nada.
. Anke Schlöder, aunque se le reconoce cierta voluntad por abandonar el patchwork de la abuela y buscar nuevos referentes más intelectuales, como el neoplasticismo.
. Hannibal Laguna y su fiesta destellada y cubierta de pedrería. Más glamour de diva de Hollywood a palo seco.
. Los peleteros. Miguel Marinero todavía consiguió recrear el universo oriental de Paul Poiret.

A denunciar:

. Javier Larraínzar, ¿es una tomadura de pelo, o qué? Parece un desfile de Novedades Angelita con tejidos de Première Vision.
. Las ninfas en bragas de TCN. Suerte que este desfile corre a su cuenta y riesgo.
. Ágatha Ruiz de la Prada con la que ha sido una de sus colecciones menos inspiradas.
. Davidelfín. Lo de crear polémica ya no cuela.
. Francis Montesinos y su repentina pasión por la Fórmula 1. Los valencianos se han vuelto locos.
. Roberto Torretta es otro que tal baila. Un pufo que sólo convence a las señoronas del PP. Alguien las tenía que vestir, ¿no?
. Kina Fernández y una colección que no dice nada, propia de pasarela de centro comercial.
. María Lafuente, a quien se le ve voluntad, pero pobres resultados. Bebe de múltiples fuentes y no consigue nada concreto.

Por último, aplaudir en esta ocasión a los periodistas que desde los medios generalistas, sobre todo prensa escrita, se han atrevido por fin a señalar las colecciones que no tienen cabida en Cibeles y que a lo único que contribuyen es a bajar el nivel. A nadie le gusta quedarse fuera, las malas críticas son dolorosas, pero si no se toman medidas se acaba perjudicando a los que son buenos y capaces de convertir la pasarela madrileña en un referente internacional.