sábado, 5 de enero de 2008

Sex at Christmas


Estas Navidades, los perfumes continúan encabezando el ránking de anuncios estrella y si hay uno que este año ha destacado por encima de todos los demás ha sido el de Tom Ford, diseñador-empresario (más empresario que diseñador), aquel que en la década de los 90 contribuyese a reflotar Gucci del ostracismo. Y el caso es curioso porque ni él es excesivamente conocido en España, a no ser entre el colectivo fashionista, ni hemos visto las imágenes de su perfume por televisión o revistas varias, sino sólo a través de Internet.

El caso es que el señor Ford nos ha dado nuestra dosis de escándalo navideño y esto siempre va bien para amenizar los encuentros familiares. Y claro está, a quien mejor le va es a él mismo, pues su nombre empieza a correr ya de boca en boca.

No es la primera vez que la moda tira del desnudo, ni siquera del porno, que sería su versión polémica. Que la moda tiene como principal objetivo seducir al prójimo es algo de cajón. Nos vestimos (con ropa o perfume) para despertar interés en el otro, ya sea para agradarle o provocarle. La cuestión radica en si hacerlo mostrando o tapando. Dice el sociólogo René König que si bien el hombre primitivo no sólo no ocultaba las señales sexuales, sino que le gustaba magnificarlas, con la evolución de la cultura, tiende a darles una forma más indirecta, subliminal y simbólica. Pues parece que a la sociedad actual, ya de vuelta de todo, es preciso sorprenderla con lo básico, eso sí, con el imaginario del siglo que nos ocupa.

El perfume en cuestión se llama Black Orchid, es para hombre y viene a ser un botellín más bien clásico de color tabaco y etiqueta y tapón negro. Lo lanza ahora aprovechando, claro está, el momento de pasión perfumística que cada año despierta la Navidad, que le permite promocionar su nombre tras su reciente vuelta al ruedo. Y es que, después de unos años en silencio (en teoría, haciendo películas), este verano volvía con una colección de moda masculina, la apertura de una primera tienda en Nueva York y la intención de abrir otras muchas por varias ciudades, entre las que no se cuenta, por el momento, ninguna española.

Sin duda, el lanzamiento de este perfume no trascendería si no fuese por su carta de presentación, que firma el fotógrafo americano Terry Richardson, fascinado por el porno, que retrata con ingenio y mucho humor. Hace poco, la editorial Taschen le dedicó un libro con sus imágenes más carismáticas en edición limitada, que vende a 500 eurazos, eso sí, con un peluche de él disfrazado de osito, su sello personal, y una fotogafía numerada a elegir.

Cambiarán las modas, las percepciones del mundo y la manera de vivir y sentir, pero si hay algo inmutable es el sexo. El sexo vende y venderá. Es uno de los motores del negocio de la moda, que se nutre de sueños y aspiraciones. Citando a otro sociólogo, en este caso a Guillaume Erner, “en este sector la provocación es un don, no una experiencia de los límites”.

No hay comentarios: