lunes, 2 de junio de 2008

Au revoir, Yves


El anuncio de la muerte de Yves Saint Laurent confieso que me ha conmocionado. Es cierto que se sabía que padecía una dura enfermedad y que siempre, a lo largo de toda su vida, su salud fue frágil y quebradiza. Pero también es cierto que a la muerte, nunca la esperas.

Su socio y amante, Pierre Bergé fue el que anunció anoche el fallecimiento del modisto a causa de un tumor cerebral. Estaban con él, el mismo Bergé y su amiga y musa Betty Catroux. La actriz Catherine Deneuve llegó diez minutos después. Esta tarde se ha anunciado que el funeral se celebrará el jueves a las tres y media de la tarde en la iglesia Saint Roch, en la Rue Saint Honoré. Después su cuerpo será incinerado y sus cenizas permanecerán en el jardín Majorelle, en Marrakech.

Desde su primera colección en solitario, cuando apenas contaba 24 años, terminaba el servicio militar y no reanudaba su labor en la maison Dior, su nombre fue encumbrado por la prensa que ya lo situó en el Olimpo de los grandes, junto a Coco Chanel, Cristóbal Balenciaga y Christian Dior. Sin duda, aquel joven francés de origen argelino que llegó a París con 17 años y descubrió el mismo Dior un año después, tendría que dar mucho que hablar.

Sólo queda agradecerle todo lo que hizo, empezando por la línea Trapecio (todavía dentro de la maison Dior) y acabando por el smokin femenino, sello de la casa. Por el camino, el traje pantalón femenino, el vestido de musolina transparente y la chaqueta safari. Fue el primero en subir el tejano a la pasarela y en dar categoría de costura la ropa de la calle. También abrió la brecha de la tendencia étnica con sus creaciones de inspiración africana, marroquí o china, que alcanzaron su cota máxima con la que le inspiraron los ballets rusos, toda una explosión de fantasía.

También fue pionero en el prêt-à-porter de lujo. De hecho, de la apertura de su primera tienda Rive Gauche en 1966, los periódicos de la época se hicieron eco de la locura que desató: sus puertas permanecieron abiertas hasta medianoche por la afluencia de clientas que no querían irse sin uno de sus trajes que había puesto a la venta por 60 dólares (¡de la época!).

Decía ayer Pierre Bergé al dar a conocer la muerte del modisto que “Chanel dio libertad a las mujeres. Yves Saint Laurent les dio poder. Abandonó el territorio de la estética para penetrar en lo social”. Fue a raíz de las manifestaciones estudiantiles del 68 que crea el traje chaqueta con pantalón, intuyendo un giro en la liberación de la mujer de acento feminista. Aquel mismo año, cuando la minifalda causa furor entre la población, él lanza un largo por debajo de la rodilla, un tope que desde el New Look de Dior no se había vuelto a rebasar. Más tarde embellecería el cuerpo de la mujer envolviéndolo del efecto nebuloso de la muselina para asistir a la revolución sexual de la mujer.

Pero no sólo siguió de cerca los cambios en la manera de pensar, sentir y vivir de la mujer. En 1971 puso los pelos de punta a la sociedad francesa al posar completamente desnudo para el anuncio de su fragancia masculina. ¿Por qué no? Una imagen que más tarde utilizaría Tom Ford, con el que ¡ay! no se llevaba muy bien...

Sus épocas doradas fueron los sesenta y los setenta. En los ochenta vino su primer gran reconocimiento, una retrospectiva en el Metropolitan de Nueva York coincidiendo con el 25 aniversario de su trayectoria. Era el primer modisto vivo al que se le dedicaba una exposición de estas características. También fue la década de control de la empresa, tras una fuertísima expansión en los 70, no sólo en el lanzamiento de nuevas líneas (fragancias, colección de hombre, textil hogar), sino también en la apertura de más de un centenar de tiendas.

Y en los 90 vinieron los problemas por el control. Fue la primera empresa de moda francesa en cotizar en bolsa. A finales de la década, la marca YSL se vendió al grupo Gucci, recién relanzado por el tándem Dominico De Sole-Tom Ford. El modisto francés, ya con una salud delicada, cede el relevo a un joven Alber Elbaz que apunta maneras, quien tras tres temporadas se verá relegado del cargo por un ambicioso Tom Ford, que toma las riendas de la colección de prêt-à-porter. Las disputas por el control de la casa se suceden, hasta el punto que ni Saint Laurent ni Tom Ford esconden su enemistad.

Al final, Bergé-Saint Laurent se quedan con la alta costura; De Sole-Ford, con el negocio de las fragancias y el prêt-à-porter. La incomunicación es tal que bajo las siglas YSL se presentan cada temporada dos líneas completamente distintas. Será hasta 2002, cuando el diseñador francés anuncia su última colección de alta costura.

Desde los 90, se volcó en la Fundación Pierre Bergé-Yves Saint Laurent, ubicada en la sede de la que fuera su maison, en el barrio de Saint Germain. Sus fondos, no sólo dan pie a una exposición permanente, sino que sirven para la gestión de otras muestran que dan vueltas por el planeta. Ejemplo de ello es la que hasta finales de abril recaló en A Coruña y que establecía el vínculo entre el modisto y el arte, del que era gran aficionado. Entre sus pasiones, además de los grandes artistas, se cuenta la ópera, el teatro y la danza, para los que diseñó vestuarios, así como la literatura y, en su mesita de noche, el indispensable En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.

El Rey de la Moda, en cinco minutos

Para neófitos en el tema, un repaso rápido a porqué Yves Saint Laurent merece la atención que se le está dedicando. Nació el 1 de agosto de 1936 en Orán (Argelia), en el seno de una familia acomodada. Ya de niño, apuntaba maneras y jugaba con sus hermanas a recortar vestidos para las muñecas. A los 12 años organizó su primer desfile en el que sus mismas hermanas hacían el papel de clientas. Se educó en el Liceo de Orán y a los 17 años ganó el primer premio de un concurso de diseño con el dibujo de un vestido negro de cóctel.

Quiso estudiar arte en París, donde aterrizó con apenas 17 y entabló amistad con el entonces editor de la edición francesa de Vogue, quien le publicó sus ilustraciones y, más tarde, le animó a presentarse al concurso de diseño en el que tropezaría con Christian Dior, uno de los miembros del jurado. El maestro olisqueó el talento y no lo dejó escapar. Con 18 años, Yves Saint Laurent se convertía en el asistente de Dior. En 1957, con la muerte del maestro, le sucedería y tomaría las riendas de la dirección creativa de la maison. Sus primeras colecciones generaron tal éxito que la prensa no dudó en afirmar que era el sucesor natural de Christian Dior.

Pero empezó a desarrollar su propia visión de la moda, a perfilar su propio estilo, que se alejaba del espíritu Dior. Fue entonces cuando el ejército francés lo llamó a filas para cumplir con el servicio militar y en su puesto lo substituyó el diseñador inglés Marc Bohan, quien hacía unos años había recalado en la maison como número dos. Bohan conseguía encauzar de nuevo el estilo del maestro, que con las últimas colecciones de Saint Laurent había quedado algo diluido, y la casa decidía otorgarle la dirección creativa.

El paso de Saint Laurent por el ejército no le fue provechosa en ninguno de los sentidos. A los pocos meses, fue ingresado en el hospital militar. Es entonces cuando se estrecha su relación con Pierre Bergé, un amigo de la infancia que viene a París para ser artista, pero que se acaba convirtiendo en un destacado marchante de arte y en un importante hombre de negocios.

Tras licenciarse, puso un pleito contra la casa Dior, donde Bohan había ocupado su puesta. Lo ganó y la maison se vio obligada a indemnizarle. Con este dinero empezó el imperio YSL. En 1962 presentó su primera colección, con la que arrasó. En 1963 introdujo el arte abstracto a la moda; en 1966, el pop; visitó a la mujer de smoking y convirtió al pantalón en prenda femenina de fiesta; revolucionó con la blusa transparente; lanzó los bucaneros y las bermudas; en los 70, el blazer y la espalda descubierta; introdujo la estética oriental y folk.

En 1966 lanzaba además su primera línea de prêt-à-porter, al margen de la costura. Más tarde impulsó las licencias y entró en el negocio de la perfumería y la cosmética. En 1970 lanzó su primera colección masculina. Por aquellos años, se decía que YSL facturaba más que Renault. Sin embargo, en 1971 su colección Estilo 40 recibió tales desaprobaciones que decidió cerrar por un par de años. Volvió a las pasarelas en 1974 con vestidos estilo Segundo Imperio, que le valieron el calificativo de Rey de la Moda por parte de la revista Time.

Ya en los 80, llegaron las retrospectivas. A la de Nueva York, le siguió la del Museo de Bellas Artes de Pekín y la del Museo de las Artes Decorativas de París. En 1986, Yves Saint Laurent empleaba a más de 10.000 personas en 200 países y facturaba 3.000 millones de francos al año. Era también la única empresa de moda francesa que cotizaba en bolsa. En 1993, la casa anunciaba su fusión con la empresa pública Sanofi (filial de la petrolera Elf).

En 1994, LVMH, que ya se había hecho con otras siete grandes casas de moda y perfumería francesas, adquirió por 5.000 millones de francos (910 millones de dólares) la marca YSL. Un año después, Gucci compraba el grupo Sanofi Beuté, propietario de YSL, por 1.000 millones de dólares.

El 11 de septiembre de 1996, Yves Saint Laurent anunció su retirada de la pasarela de prêt-à-porter de París y su dedicación a la alta costura. La versión oficial fue su frágil salud; los rumores acusaban a la tensa relación con la dirección de Gucci. El 7 de enero de 2002, anunció su retirada definitiva de las pasarelas.

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