lunes, 18 de febrero de 2008

Cibeles, limpieza urgente


Por mucho que en los informativos de A3 digan que Cibeles fue la pasarela más importante que se celebró la semana pasada en Europa y se queden tan anchos, lo cierto es que si no airea un poco ese calendario que tiene del año de la polca se queda como lo que es: el principal acontecimiento regional. La prensa internacional, por mucho que nos pese, ha estado estos días en Londres, llegaba de Nueva York y justo partía para Milán. ¿Cuál es la razón por la que deberían haber visitado Madrid?

Los periodistas y estilistas habían visto las colecciones de alta costura de Galliano, Lagarfeld y demás; el invierno de Calvin Klein, Carolina Herrera y, si me apuráis, Custo Barcelona. Mientras rodaba Madrid, estaban con Vivienne Westwood, que regresaba a Londres, y con los jóvenes británicos, que son bestiales. ¿Por qué hacer un hueco en sus apretadísimas agendas y acercarse a Cibeles? ¿Qué descubrirían aquí?

Las arcas públicas (en este caso, las de la Comunidad de Madrid) desembolsan el 85% de un presupuesto de 3,5 millones de euros por las dos ediciones anuales de Cibeles. ¿Para qué? Para promocionar el diseño en la moda española, que no es otra cosa que el motor de la industria, lo que genera el sueño, la ilusión... ¡Ay que ver! Los nombres de estos diseñadores salen en la tele, entusiasman al personal, venden en El Corte Inglés, crean puestos de trabajo y... tralarí tralará. Esto ya no se lo cree nadie. Además de vestir a las cuatro condesas y celebridades locales (que todos se molestan en acomodar en las primeras filas), ¿a quién venden estos modistos españoles? ¿Qué credibilidad tienen?

Lo mejor: las nuevas generaciones. Evidente. ¿Por qué? Porque tienen que demostrar, porque tienen mucho a ganar y poco a perder. Porque arriesgan, experimentan, nos sorprenden, nos ilusionan. Vamos, lo que hacían todo este elenco de consagrados en los 80 y que ahora se permiten el lujo de vivir de las licencias, que es lo mismo que vivir de renta. Hazte un nombre y échate a dormir. Pues eso: los azulejos de Ágatha, el móvil de Victorio & Lucchino y el perfume de Montesinos. El negocio es redondo: basta con ser de ACME y cobrar hasta 90.000 euros por desfilar en Cibeles (45.000 euros por temporada) a invertir en la producción de la colección, porque modelos y montaje corre a cuenta de Ifema.

ACME, además de ser la marca de explosivos con los que el Correcaminos lanzaba por los aires al Coyote, es el acrónimo de la Asociación de Creadores de Moda de España, que preside Modesto Lomba y que reúne a los que en su día fueron los disidentes de Cibeles (hay que ver lo que son las cosas) y que luego acabaron tan contentos en sus filas. Total, que hoy son los que cortan el bacalao y los que deciden quién desfila y por cuánto. Son los que parten, reparten y se quedan con la mejor parte. De ahí que toooodos los que pisan la pasarela madrileña quieran estar en ACME. Ni siquiera funcionó una iniciativa paralela que se sacaron de la manga los últimos en llegar y que tenía por nombre ADÑ, cuyos cabecillas predican hoy en las filas de ACME, que, feliz, constata cómo las aguas vuelven a su cauce, aunque algo preocupada porque son cada vez más bocas que alimentar.

Los de ACME son los primeros en desfilar, los que se llevan el titular (“Fulanito abre Cibeles”) y la atención de las teles (que sólo acuden el primer día). Los otros al final, mezclados además con la cuota autonómica (que no falte la diseñadora de Castilla y León, que no van a ser ellos menos que los demás). Si Cibeles quiere decir algo en el circuito internacional, más le vale mirar hacia estos nuevos nombres, gente con mucho talento y con ganas de despegar.

En fin, que lo que valió la pena fue:

. Ana Locking, la mitad de Locking Shocking demuestra talento suficiente para una carrera en solitario de excepción con una primera colección de tintes futuristas en clave mormón y glamour años 40.
. El Delgado Buil y sus referentes underground, John Waters o Wim Wenders, que las hacen únicas e inimitables.
. Josep Abril, que se estrena en Cibeles con un hombre que equilibra lo clásico y lo moderno, la calidez del sastre con la personalidad de un punto sobredimensionado y la justa pincelada azul eléctrico.
. Míriam Ocáriz, que trata de contener la feminidad en trajes masculinos, que transforma en armazones y corazas, pero que se le escapa en sedas volátiles y estampados burbujeantes.
. El new urbanwear de Carlos Díez.
. Carmen March y su universo de insectos, que traduce en delicadeza, fragilidad y naturalidad, pero también en formas rígidas que reproducen sus corazas.
. El oriente de Lydia Delgado. El rigor y la simplicidad del sastre, junto al erotismo exótico de sedas satinadas, encajes y flecos con sabor a noche de Shanghai.
. Las geometrías imposibles de Amaya Arzuaga, todo un master class en patronaje.
. José Miró y su costura alienígena.
. Lemoniez, de corte perfecto, limpio, femenino, sobrio y comedido, pero sensual, sofisticado, en una explosión de color vibrante de apuntes africanos.
. Luxoir y sus hombres pájaro, lo mejor que ha hecho este tándem valenciano.
. El punto de Sita Murt
. La línea limpia y arquitectónica de Juana Martín, que abandona de manera definitiva el volante gitano para adentrarse en composiciones geométricas inspiradas en Courrèges.
. La nueva elegancia de Juanjo Oliva, a pesar de los momentos Guesquière para Balenciaga.
. La brasileña Gloria Coelho, la primera extranjera que pone un pie en Cibeles, con una colección de línea geométrica pero repleta de movimiento y detalles sorprendentes.

Me aburrió soberanamente:

. Alma Aguilar y sus pretendidas princesitas gipsy.
. Los Ailanto y su ya cansina inspiración Blow Up.
. Antonio Alvarado y sus estilismos reinterpretación del sastre con apuntes fetichista.
. Andrés Sardá, a pesar de su esfuerzo por abrir el mundo de la corsetería y plantear todo un nuevo universo femenino.
. Ángel Schlesser. Él diseña para sus clientas de siempre. Éstas le adoran. Audrie forever y ¡ya está! ¿Para qué rompernos la cabeza?
. Elio Berhanyer, idem de idem. Ahora está liado con el hombre y en que Artesanos Camiseros, que tiene el 80% de la casa, la consiga sacar adelante.
. Devota & Lomba y sus arquitecturas futuristas, que por un lado bien, pero por otro... pse. El tema lleva más de un año sobre las pasarelas internacionales.
. Jesús del Pozo. Trata de innovar y sorprender, pero ah! me quedo con su menos es más de toda la vida.
. Victorio & Lucchino y su lujo barroco andaluz. Mucho terciopelo, visón y seda, pero poco riesgo.
. Juan Duyos. El tema del suprematismo prometía, pero no le sacó mucho jugo, y eso que lo suyo es el patchwork.
. Miguel Palacio: si le quitas los lazos se queda en nada.
. Anke Schlöder, aunque se le reconoce cierta voluntad por abandonar el patchwork de la abuela y buscar nuevos referentes más intelectuales, como el neoplasticismo.
. Hannibal Laguna y su fiesta destellada y cubierta de pedrería. Más glamour de diva de Hollywood a palo seco.
. Los peleteros. Miguel Marinero todavía consiguió recrear el universo oriental de Paul Poiret.

A denunciar:

. Javier Larraínzar, ¿es una tomadura de pelo, o qué? Parece un desfile de Novedades Angelita con tejidos de Première Vision.
. Las ninfas en bragas de TCN. Suerte que este desfile corre a su cuenta y riesgo.
. Ágatha Ruiz de la Prada con la que ha sido una de sus colecciones menos inspiradas.
. Davidelfín. Lo de crear polémica ya no cuela.
. Francis Montesinos y su repentina pasión por la Fórmula 1. Los valencianos se han vuelto locos.
. Roberto Torretta es otro que tal baila. Un pufo que sólo convence a las señoronas del PP. Alguien las tenía que vestir, ¿no?
. Kina Fernández y una colección que no dice nada, propia de pasarela de centro comercial.
. María Lafuente, a quien se le ve voluntad, pero pobres resultados. Bebe de múltiples fuentes y no consigue nada concreto.

Por último, aplaudir en esta ocasión a los periodistas que desde los medios generalistas, sobre todo prensa escrita, se han atrevido por fin a señalar las colecciones que no tienen cabida en Cibeles y que a lo único que contribuyen es a bajar el nivel. A nadie le gusta quedarse fuera, las malas críticas son dolorosas, pero si no se toman medidas se acaba perjudicando a los que son buenos y capaces de convertir la pasarela madrileña en un referente internacional.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A esto llamas "blog abandonado"? Yo le llamaría exquisitez en moda... es una pena que sea una auténtica profana, de lo contrario seguro que podría hacerte una buena crítica constructiva. Intentaremos adentrarnos en el -para mí- oscuro mundo rosa sin prisa pero sin pausa. Algún día haremos algo importante juntas!

Lo prometido es deuda y los gallegos somos gente cumplidora.

Nunca dejes de escribir!!

Un beso