lunes, 31 de marzo de 2008

¿Para qué sirven las pasarelas?


Nada más arrancar la semana de la moda de Milán hubo mal rollo. Los diseñadores de Dolce & Gabbana, Domenico Dolce y Stefano Gabbana, los mismos que levantan ampollas entre las feministas españolas con sus anuncios de mujeres robóticas sometidas por cuatro men in black, dicen en una entrevista en el Corriere della Sera que la organización de los desfiles es una “payasada”: “Es un circo sin sentido, donde se sacrifica a los diseñadores importantes, los jóvenes no crecen y basta pagar para poder desfilar”.

Quizá ellos no sean los más indicados para quejarse, porque nos tienen ya algo hartitos con su italian luxury y de desfiles de tres cuartos de hora, uno para su colección D&G y otro para Dolce & Gabbana. Pero sí es cierto que, si sale de su boca, la queja tiene una repercusión mediática muchísimo mayor que si fuera una ocurrencia de un joven talento milanés. El caso es que tienen razón, sobre todo desde el momento en que hablamos de un negocio más preocupado hoy por sus altibajos en los parqués bursátiles que en la vertiente artística.

Las semanas de París, Milán, Nueva York y Londres cada vez son más extensas, en nombres y en tiempo. Están las súper casas de lujo, los consagrados que viven de rentas, marcas medias que exigen su protagonismo y jóvenes con ganas de comerse el mundo. Es un circo, como bien dicen los Dolce & Gabbana, porque es un mundo de cuatro, en el que el pescado está ya todo vendido antes de empezar, en el que la publicidad pesa más en los medios que el buen criterio, porque manda el cash sobre el riesgo y la experimentación, en definitiva... porque ya nadie se lo cree y todos asumen con resignación una dinámica que mueve mucho dinero e implica grandes intereses comerciales.

El desfile viene a ser para el modisto, diseñador o marca el trailer de lo que comercializará esa temporada. Sorprender a la prensa es clave para que destaquen el nombre de uno y no el de otro. Los medios no tienen espacio ni minutos suficientes para hablar de todos, lo que les obliga a seleccionar y a poner el acento en lo mejor y, por supuesto, la inversión publicitaria ayuda en cierta manera a despertar el interés periodístico. Es decir que quien pone anuncios, tiene garantizado el minuto televisivo para cerrar el informativo del mediodía o el destacado con foto en la sección de Sociedad. Los análisis con rigor a lo Suzy Menkes sólo se los leen los cuatro del business y los tres fashion freaks.

Estar sobre una de las pasarelas más importantes del mundo es una carta de presentación sin parangón para entrar en los mejores canales de distribución y permitirse el lujo de vender a precios astronómicos. Pero para ser alguien en la moda no es suficiente desfilar en Londres. Ésta es una pieza más de un puzzle mucho más complejo que implica tener también capacidad para servir a las tiendas y contar con un plan de márketing, imagen y comunicación (aunque sea discreto). En definitiva: ser serio en los negocios.

De ahí que viejas glorias de la pasarela con colecciones excelentes, pero que arrastran las consecuencias de una mala gestión, acaben bajando de ella. De ahí también que jóvenes talentos alabados por la crítica, pero sin ningún tipo de directriz concreta, terminen en agua de borrajas. La moda es creatividad y talento, exige colecciones buenas temporada tras temporada, necesita de sorpresas constantes, de nuevas ilusiones, nuevos retos... Y todo esto no es por puro capricho, sino que es el engranaje de la rueda principal de un negocio que mueve miles de millones de euros al año.

Así, entrar o no en este circo implica, a grandes rasgos, creatividad y la aprobación de la crítica, pero también marca e inversión publicitaria, una gestión correcta y bien orientada, capacidad para llegar a las tiendas y un volumen de negocio que genere beneficio suficiente para continuar rodando. El orden de tales factores no altera el producto. Estamos en una champions y quien no alcance estos mínimos no juega.

¿Hay alternativa al circo? La única que encuentro es saltarse los intermediarios e ir directamente al consumidor, a ver qué opina y qué compra. Y para esto la mejor plataforma es Internet. Más fácil y más barato, imposible. YouTube o MySpace son foros rebosantes de nuevos talentos; y cada vez son más los diseñadores o las marcas emergentes que venden a través de la red y se olvidan de las tiendas. Y en cuanto a las temporadas, ¿qué importan ya? Prima más la imagen y el significado de la marca que si es manga corta para el invierno o botas para el verano.

En definitiva, es paradójico que Dolce & Gabbana pongan de vuelta y media un negocio en el que ellos participan de manera plena, pero su queja es significativa: implica cierto cansancio hacia un modelo que empieza a dar síntomas de abatimiento. Quizás es el momento de buscar alternativas y ¿por qué no hacerlo en el medio más democrático que existe: Internet?

Una plegaria para la moda catalana


ModaFad entregó el dosier de prensa del PasaFad y el MerkaFad en el interior de una estatuita de la virgen de Fátima que hace las veces de pen drive y que, cuando la conectas al ordenador, la ilumina una parpadeante luz roja interior. Ah! Me encanta la ironía de este colectivo de diseñadores que siempre han sido los más beneficiados de las peleas entre Generalitat de Catalunya y pasarelas oficiales. A estas alturas de la película, desaparecida Gaudí, abandonada Passarel·la Barcelona y muerto el proyecto inicial del 080, a la moda catalana sólo queda rezar.

Barcelona ha dejado de competir con Madrid para empezar a hacerlo con el resto de pasarelas regionales que entre marzo y abril toman las principales capitales españolas. Los únicos que han dado algo de dignidad al cartel del 080 Barcelona Fashion han sido Txell Miras y su deconstructivismo belga y la exquisita Teresa Helbig. Y no nos engañemos, en esta edición, no ha destacado de manera especial ni la una ni la otra. La diseñadora de Sabadell, en plena revisión del concepto, optó por un dejà vú, y la barcelonesa, la sorpresa de la primera 080, nos dejó algo fríos. Descubrimos, eso sí, a Martin Lamothe.

El resto de propuestas están bien para una pasarela de emergentes, que no confundir con independientes. Definamos conceptos. Se entiende por emergente el recién graduado o el que presenta su primera colección; independiente es el que ya asoma la cabecita, produce y distribuye; y por último, el consagrado, a quien se conoce y se respeta. El primer proyecto de 080 planteaba una pasarela de independientes, porque para emergentes ya teníamos el PasaFad que, por cierto, acaba de llegar a su edición número 25 con una salud de hierro.

Ahora, con un plantel todavía muy verde y totalmente fuera de fechas, Barcelona deja de codearse con Madrid para hacerlo con A Coruña, donde se ha celebrado Lo + Fashion con 35 diseñadores; con Pasarela Abierta de Murcia; con Burgos, que tuvo un programa de 44 firmas... Pero lo más grave es que para promocionar a 12 diseñadores emergentes, el gobierno catalán desembolsa el 80% de 1,3 millones de euros y tiene la osadía de decir que entrega 60.000 euros más a ModaFad ¡que viene a organizar más o menos lo mismo... y que además tiene al incondicional Cervezas Moritz como patrocinador! Para comprar, Pasarela Abierta cuesta 150.000 euros por temporada.

Por supuesto que la Generalitat catalana ahorra dinero. En cada edición de la fallecida Gaudí invertía algo más de 3,5 millones de euros. Pero si ponemos en una balanza lo que era aquella y lo que es ésta... obtenemos la conclusión Fairy: que aunque costaba un poquito más, la obsoleta Gaudí cundía muchísimo. Aquella tenía la Pasarela Gaudí como tal, con una treintena de diseñadores, la mitad de ellos consagrados, y poder mediático; tenía además el Circuit, de dónde salieron nombres que hoy encontramos en Cibeles; y como no, nuestro PasaFad, con su plantel de emergentes. Completaba además el programa con exposiciones y algún que otro show y fashion party.

Esta 080 tiene doce diseñadores, la mitad de ellos extranjeros, con potencial, pero totalmente desconocidos. Y tiene también un showroom, en el que participan todos estos y cinco más. Y querían montar una exposición de Miriam Ocáriz, pero no les ha salido y la han pospuesto. Esto cuesta 1,3 millones de euros. El colofón: la voluntad de Antonio Miró, el estandarte del diseño de Barcelona, de abandonar la ciudad y asentarse en la semana de la moda masculina de París. El anuncio no fue bien recibido por el gobierno catalán, que le calificó de provinciano por tener más interés por el mercado nacional que internacional. Lo que hay que oír...

En resumen: si esta 080 no se pone las pilas, Barcelona se queda como pasarela de tercera regional. Al menos, en su edición cero tuvimos a Jose Castro, Josep Abril, Miriam Ponsa, Juan Pedro López, incluso a Antonio Miró, que estaba dispuesto a seguir en Barcelona aunque fuese en un Off; vino a darnos una charla el consultor de marcas de lujo Jean Jaques Picard; el Museo Textil y de la Indumentaria organizó una exposición sobre las pasarelas y ¡tuvimos una retrospectiva de Thierry Mugler! Ah! Y un recorrido artístico por Ciutat Vella. Costó dos millones de euros.

Quo vadis Barcelona

De hecho, el gobierno catalán ya se ha percatado de que esta pasarela no tiene nivel ni despierta ningún tipo de interés más allá de la prensa local (ni siquiera nacional) y ya ha propuesto a la organización del resto de acontecimientos fashion que se celebran en Barcelona de unirse para sumar fuerzas. De este modo, y pensando en 2009, igual se esfuerzan un poco más y montan algo más inspirado coincidiendo con el Bread & Butter. Fíjate tú, la misma conclusión a la que llegó la también fallecida Passarel·la Barcelona antes de caer en el ostracismo.

Al final, tal y como ocurrió con la extinción de los dinosaurios, aquí sólo sobrevivirán los seres más pequeños, es decir, el incombustible PasaFad. Este acontecimiento, que a veces se ha celebrado y otras no, que en un principio era una fiesta de fin de curso para que los estudiantes presentasen sus cosas, que vivió su época dorada con el pulso Gaudí-Cibeles y que hoy programa seis desfiles y su pase colectivo, sigue ahí con su carácter underground. A lo largo de su historia, ha dado nombres como Josep Abril, Miriam Ocáriz, Spastor o Ion Fiz.

Pasarán los años, los planes de moda, los políticos y las subvenciones, y allí quedará el PasaFad, igual que ahora. Seguirá proponiendo un tema a estudiantes y neófitos en la materia y entregando sus premios. El desfile empezará mil horas tarde, una espera que su patrocinador, Cervezas Moritz, intentará hacer más soportable. Al día siguiente montará el MerkaFad, el mercadillo más fashion donde compraremos lo más arty que encontremos abrumados todavía por la resaca cervecera. Es curioso, pero el PasaFad es el único que no necesita una virgen de Fátima a la que rezar rosarios.